Por sus propios medios, ninguna persona puede ser salva. Por el contrario, fruto de su naturaleza pecaminosa, nace moralmente corrupta y esclavizada a la maldad. Nadie tiene la habilidad de ir a Cristo en arrepentimiento y fe, y, por consiguiente, de recibir la salvación por su decisión o esfuerzo. La elección para la salvación es inmerecida. Proviene de Dios. Esta ha sido la constante en todo el análisis que hemos realizado durante el Curso Doctrina de la Salvación. Encontrará mayor fundamentación leyendo os textos bíblicos que le proponemos continuación: Romanos…
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