Lo que hace falta en nuestra sociedad es un liderazgo transformacional y dinámico. Sin duda, ese punto no tiene discusión. Esa tarea toma como fundamento un llamado a influenciar. Lograrlo es posible cuando asumimos un proceso formativo a nivel personal y transferimos esos conocimientos, si tenemos y socializamos una visión clara y movilizamos a las personas desde el lugar donde están hacia donde Dios quiere que se encuentren, es decir, a un nuevo nivel. El grado de influencia que ejercemos en la familia, el trabajo, la sociedad y la comunidad…
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