Libros de los Profetas Mayores (Lección 6)


Cuando hacemos una lectura cuidadosa de los libros de los profetas mayores, encontramos que giran en torno a tres pilares fundamentales: mensajes de consuelo, predicción y advertencia. Sus escritos fueron alentadores y desafiantes, pero también a veces sirvieron como advertencias.

Normalmente cuando se hace una distinción entre los profetas mayores y los profetas menores, se podría pensar de manera equivocada que es la misma categorización entre los que integran las ligas mayores y las menores de fútbol o cualquier otra disciplina deportiva, algo muy común en nuestro tiempo. Sin embargo, no es así. En esencia se alude a la extensión del libro, del cual se atribuye su autoría.

El génesis del asunto son los hombres y mujeres que rindieron sus vidas a Dios y Él los utilizó poderosamente para transmitir un mensaje o advertencia. Algunos de los anuncios sobre lo que ocurriría, tuvo cumplimiento cercano y, en otros casos, en décadas y, aún, siglos futuros.

El primer registro sobre la labor profética, lo encontramos en el Pentateuco:

“Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú; y pondré mis palabras en su boca, y él les hablará todo lo que yo le mandare. Mas a cualquiera que no oyere mis palabras que él hablare en mi nombre, yo le pediré cuenta.” (Deuteronomio 18:18-19| RV 60)

Indistintamente del contenido y extensión de los libros de los profetas mayores y menores, son muy importantes y la esencia de lo que transmiten es la Palabra de Dios.

DEFINICIÓN DEL PROFETA DE DIOS

La palabra profeta define a alguien que transmite el mensaje de Dios. Se constituyeron en instrumentos—hombres y mujeres—que vivieron para glorificar a Aquél que los había llamado a cumplir un propósito específico.

La palabra hebrea para profeta es Nebi, que se deriva de la acción verbal, «burbujear» como una fuente.  Ahora bien, la palabra española para “profeta” proviene de la palabra griega profetas que significa «hablar por otro, especialmente uno que habla de parte de Dios».

EL MENSAJE CENTRAL DE LOS PROFETAS MAYORES

Cuando hacemos una lectura cuidadosa de los libros de los profetas mayores, encontramos que giran en torno a tres pilares fundamentales: mensajes de consuelo, predicción y advertencia. Sus escritos fueron alentadores y desafiantes, pero también a veces sirvieron como advertencias.

Los principales puntos de los mensajes que transmitieron, podrían sintetizarse en los siguientes puntos:

1.- ______________________________

2.- ______________________________

3.- ______________________________

4.- ______________________________

5.- ______________________________

Al transmitir las enseñanzas proféticas, explicaron la Ley Mosaica, así como amonestar, denunciar el pecado, advertir del juicio, pedir arrepentimiento y traer consuelo y la promesa de perdón.

Sus predicciones coincidieron también, en muchos pasajes, sobre la venida del Mesías. En ocasiones, el Padre celestial les habló a través de visiones o de ensueños.

Otras denominaciones, pero metafóricas, para quienes ejercieron el ministerio profético son: vigía, atalaya, centinela, pastor, siervo de Dios, ángel de Dios (Isaías 21: 1; 52, 8; Ezequiel 3: 17; Jeremías 17: 16; Isaías 20: 3 y Amós 3:7)

Cabe anotar que algunos profetas no dejaron vaticinios sobre el porvenir, sino que se ocuparon exclusivamente del tiempo en que les tocaba vivir. Pero todos -y en esto estriba su valor- eran voceros del Altísimo, portadores de un mensaje del Señor, predicadores de penitencia, anunciadores de los secretos del Padre celestial, como lo expresa Amós:

«Y Jehová me tomó de detrás del ganado, y me dijo: Ve y profetiza a mi pueblo Israel.» (Amós 7: 15) y, también: «Porque no hará nada Jehová el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas.» (Amós 3: 7 | RV 60)

MINISTERIO PROFÉTICO CON AYUDA DEL ESPÍRITU SANTO

El Espíritu del Señor tomaba a los profetas y los llevaba a cumplir su ministerio (Isaías 6; Jeremías 1: 6, 9; Ezequiel 3:3).

En cuanto al modo en que se producían las profecías, hay que notar que la luz profética no residía en el profeta en forma permanente (2 Pedro 1:20.). Consistía, en general, en una iluminación interna o en visiones, a veces ocasionadas por algún hecho presentado a los sentidos (por ejemplo en Daniel 5: 25 por palabras escritas en la pared); en la mayoría de los casos,  solamente puestas ante la vista espiritual del profeta, por ejemplo, una olla colocada al fuego (Ezequiel 24), los huesos secos que se cubren de piel (Ezequiel 37); el gancho que sirve para recoger fruta (Amós 8: 1), la vara de almendro (Jeremías 1: 11), los dos canastos de higos (Jeremías  24.), símbolos que manifestaban la voluntad de Dios.

Pero no siempre ilustraba Dios al profeta por medio de actos o símbolos, sino que a menudo le iluminaba directamente por la luz sobrenatural de tal manera que podía conocer por su inteligencia lo que Dios quería decirle (Isaías 7: 14).

A veces el mismo profeta encarnaba una profecía. Así, por ejemplo, Oseas debió por orden de Dios casarse con una mala mujer que representaba a Israel, simbolizando de este modo la infidelidad que el pueblo mostraba para con Dios. Y sus tres hijos llevan nombres que asimismo encierran una profecía: «Jezrael», «No más misericordia», «No mi pueblo» (Oseas 1).

PROFETAS AUTÉNTICOS Y FALSOS PROFETAS

El profeta auténtico subraya el sentido de la profecía mediante su manera de vivir, llevando una vida austera, un vestido áspero, un saco de pelo con cinturón de cuero (IV Rey. 1, 8; 4, 38 ss.; Is. 20, 2; Zac. 13, 4; Mt. 3, 4), viviendo solo y aun célibe, como Elías, Eliseo y Jeremías.

Como ocurre en nuestro tiempo, en Israe proliferaban falsos profetas. El profeta de Dios se distingue del falso por la veracidad y por la fidelidad con que transmite la Palabra del Señor. Aunque tiene que anunciar a veces cosas duras, está lleno del espíritu del Señor, de justicia y de constancia, para decir a Jacob sus maldades y a Israel su pecado (Miqueas 3: 8).

El falso profeta se acomoda al gusto de su auditorio, habla de «paz», es decir, anuncia cosas agradables, y adula a la mayoría, porque esto se paga bien. El profeta auténtico es universal, predica a todos, hasta a los sacerdotes; el falso, en cambio, no se atreve a decir la verdad a los poderosos, es muy nacionalista, por lo cual no profetiza contra su propio pueblo ni lo exhorta al arrepentimiento.

Los falsos profetas se veían rodeados de amigos, protegidos por los reyes y obsequiados con regalos. Siempre será así: el que predica los juicios de Dios, puede estar seguro de encontrar resistencia y contradicción, mientras aquel que predica «lo que gusta a los oídos» (2 Timoteo 4:3) puede dormir tranquilo; nadie le molesta; es un orador famoso. Tal es lo que está tremendamente anunciado para los últimos tiempos, los nuestros (I Timoteo 4: 1)

GÉNERO POÉTICO EN LAS PROFECÍAS

En general los profetas preferían sus enseñanzas y advertencias con lenguaje poética. Los vaticinios propiamente dichos son, por regla general, poesía elevadísima, y se puede suponer que, por lo menos algunos profetas los promulgaban cantando para revestirlos de mayor solemnidad.

Se nota en ellos la forma característica de la poesía hebrea, la coordinación sintáctica («parallelismus membrorum«), el ritmo, la división en estrofas.

Sólo en Jeremías, Ezequiel y Daniel se encuentran considerables trozos de prosa, debido a los temas históricos que tratan.

El estilo poético no sólo ha proporcionado a los videntes del Antiguo Testamento la facultad de expresarse en imágenes rebosantes de esplendor y originalidad, sino que también les ha merecido el lugar privilegiado que disfrutan en la literatura mundial.

No es, pues, de extrañar que su interpretación tropiece con oscuridades. Es un hecho histórico que los escribas y doctores de la Sinagoga, a pesar de conocer de memoria casi toda la Escritura, no supieron explicarse las profecías mesiánicas, ni menos aplicarlas a Jesús.

Otro hecho, igualmente relatado por los evangelistas, es la ceguera de los mismos discípulos del Señor ante las profecías.

¡Cuántas veces Jesús tuvo que explicárselas! Lo vemos aún en los discípulos de Emaús, a los cuales dice El, ya resucitado: «¡Oh necios y tardos de corazón para creer todo lo que anunciaron los profetas!» (Lucas 24: 25). «Y empezando por Moisés, y discurriendo por todos los profetas, Él les interpretaba en todas las Escrituras los lugares que hablaban de Él.» (Lucas 24: 27).

Y aquí el Evangelista nos agrega que esta lección de exégesis fue tan íntima y ardorosa, que los discípulos sentían que sus corazones ardían (Lucas 24: 32).

Las oscuridades, propias de las profecías, se aumentan por el gran número de alusiones a personas, lugares, acontecimientos, usos y costumbres desconocidos, y también por la falta de precisión de los tiempos en que han de cumplirse los vaticinios, que Dios quiso dejar en el arcano hasta el tiempo conveniente (véase Jeremías 30: 24; Isaías 60: 22 y Daniel 12:4).

SÍNTESIS DE LOS LIBROS DE LOS PROFETAS MAYORES

Los libros de los profetas mayores son cinco. Su redacción tuvo lugar entre los años 750 al 550 AC. Se trata de Isaías, Jeremías, Lamentaciones de Jeremías, Ezequiel y Daniel.

Aquí una breve síntesis de los textos:

1.- __________________. Su mensaje central es la santidad. En el Dios le dice al pueblo que no quiere de ellos sacrificios ni ofrendas, sino que vivan sin pecado alguno. Dios revela que enviara un libertador al pueblo. En los capítulos 7 y 9 tenemos profecías sobre el nacimiento de Jesús y en el 53 se detalla su sufrimiento. Fue escrito por el profeta Isaías aproximadamente alrededor del 700 a.C.

2.- __________________. Profetizó la destrucción de Jerusalén, que caerían en manos de Babilonia y su rey Nabucodonosor. A pesar de revelar esta etapa dura y difícil en la historia del pueblo, Dios le reveló que eventualmente Jerusalén seria restaurada. El autor fue perseguido y amenazado en su propia tierra. El libro se escribió entre los años 627 al 586 a.C.

3.- __________________. Los escritos se trazan al 586 a.C., después de la caída de Jerusalén en las manos de Babilonia. El autor fue probablemente Jeremías. El primer capítulo describe la angustia de un pueblo que disfrutó de grandes bendiciones, riquezas y gloria, pero que ahora se encuentra arruinado. Todo esto por darle lugar al pecado. También vemos que Dios sufre la caída de Israel, pero ha permitido este castigo porque él es justo e incapaz de ignorar sus rebeliones. El último capítulo es una oración por la restauración de Israel.  

4.- __________________. Este hombre al servicio de Dios profetizó sobre la destrucción y restauración de Jerusalén. Sobre todo, su mensaje central es la justicia de un Dios recto. Aunque Dios si juzga las acciones y actitudes de un pueblo, como lo ha hecho con Israel, él también está pendiente del corazón del individuo. El libro se escribió entre el 593 y 573 a.C.

5.- __________________. Las profecías y los acontecimientos en este libro ocurren durante el exilio del pueblo en Babilonia. Desde joven el profeta propuso en su corazón no contaminarse con la cultura pagana prevaleciente en la región. Dios bendijo su dedicación dándole gracia frente a los reyes. Las profecías de Daniel son apocalípticas y es común que este libro se estudie junto las visiones del apóstol Juan en Apocalipsis.

Hemos avanzado significativamente en el apasionante estudio del Panorama de la Biblia. Y viene un capítulo, igualmente maravilloso: los Profetas Menores. Descubra en la próxima Lección cuál fue su ministerio.


RESPUESTAS A LA LECCIÓN 6:


A continuación, encontrará las palabras o frases que requiere para llenar los espacios en blanco que aparecen en la Lección de hoy:

El mensaje central de los profetas mayores

1.- Volver a Dios

2.- Apartarse del pecado

3.- Advertir sobre la desobediencia y sus consecuencias

4.- Salvación futura a través del Mesías

5.- Soberanía de Dios

Síntesis de los libros de los profetas mayores

1.- Isaías

2,- Jeremías

3.- Lamentaciones

4.- Ezequiel

5.- Daniel


© Fernando Alexis Jiménez – Facilitador del Instituto Bíblico Ministerial – Misión Edificando Familias Sólidas


 

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