La capellanía no es un ejercicio ministerial que se desarrolla simplemente para ver si funciona y, en caso de que no sea así, renunciar. Una dinámica de pensamiento así es equivocada porque el llamamiento de Dios es algo serio y demanda obediencia y perseverancia.
Permítanos citar tres escenarios de llamamiento divino:
1.- Llamamiento de Abraham:
Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra. Y se fue Abram, como Jehová le dijo; y Lot fue con él. Y era Abram de edad de setenta y cinco años cuando salió de Harán.» (Génesis 12: 1-4 | RV 60)
2.- Llamamiento de Moisés:
Apacentando Moisés las ovejas de Jetro su suegro, sacerdote de Madián, llevó las ovejas a través del desierto, y llegó hasta Horeb, monte de Dios. Y se le apareció el Angel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza; y él miró, y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía. Entonces Moisés dijo: Iré yo ahora y veré esta grande visión, por qué causa la zarza no se quema. Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: !!Moisés, ¡Moisés! Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es. Y dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios. Dijo luego Jehová: Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus angustias, y he descendido para librarlos de mano de los egipcios, y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel, a los lugares del cananeo, del heteo, del amorreo, del ferezeo, del heveo y del jebuseo. El clamor, pues, de los hijos de Israel ha venido delante de mí, y también he visto la opresión con que los egipcios los oprimen. Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel.» (Éxodo 3: 1-10 | RV 60)
3.- Llamamiento de Gedeón:
Y vino el ángel de Jehová, y se sentó debajo de la encina que está en Ofra, la cual era de Joás abiezerita; y su hijo Gedeón estaba sacudiendo el trigo en el lagar, para esconderlo de los madianitas. Y el ángel de Jehová se le apareció, y le dijo: Jehová está contigo, varón esforzado y valiente. Y Gedeón le respondió: Ah, señor mío, si Jehová está con nosotros, ¿por qué nos ha sobrevenido todo esto? ¿Y dónde están todas sus maravillas, que nuestros padres nos han contado, diciendo: ¿No nos sacó Jehová de Egipto? Y ahora Jehová nos ha desamparado, y nos ha entregado en mano de los madianitas. Y mirándole Jehová, le dijo: Ve con esta tu fuerza, y salvarás a Israel de la mano de los madianitas. ¿No te envío yo?» (Jueces 6: 11-14| RV 60)
Observe cuidadosamente. Fueron tres personas, en tres lugares geográficos diferentes, en tres épocas distintas, pero tenían un denominador común: cumplieron misiones específicas, maravillosas y de trascendencia en el plan eterno de Dios.
Ahora ubíquese en el presente. Usted ha sido llamado por el Señor del universo para cumplir una tarea. Su verdadero éxito y realización plena estriba en descubrir, de un lado qué labor deberá cumplir y, en segundo lugar, si está siendo fiel a ese llamamiento.
Vamos más allá: tiene claro que ha sido convocado a la capellanía. ¡Maravilloso! Debe permitir que Dios trate con su existencia y lo moldee conforme a Su voluntad.
Una vez esté avanzando en ese proceso, podrá ejercer un liderazgo transformador en otros, entre quienes ministra y, por último, su meta final es que las personas a quienes ha venido acompañando, lleguen a depender de Dios y se desprendan de su mano como ministro cristiano. Esa transición es esencial porque estas personas, a su vez, emprenderán un viaje maravilloso de crecimiento a nivel personal, espiritual y familiar.
Nos alegra muchísimo haber sido parte de este proceso formativo orientado a sentar las bases de qué es un Capellán y las características que le deben asistir. Ahora usted deberá caminar en todo momento de la mano del Señor Jesucristo para que el ministerio sea prosperado en aquello que está en la mente de Dios desde antes de la creación del universo.
No olvide que este no es la única asignatura que debe tomar para la formación de la capellanía. Hay otras más que conseguirá en el Instituto Bíblico Ministerial. Ampliarán su abanico de conocimientos para servir con excelencia en la excelencia del Reino de Dios.
¡Dios les bendiga rica y abundantemente!
Fernando Alexis Jiménez
Director
Instituto Bíblico Ministerial