El Espíritu Santo en la regeneración, justificación y santificación (Lección 5)

El Espíritu Santo obra poderosamente con justificación, regeneración y santificación en nuestras vidas.

Hay tres conceptos que son esenciales en las Escrituras y que están ligados a la obra de Jesús en la cruz y a la ministración del Espíritu Santo, es decir, Dios en nosotros. Esos tres términos son regeneración, justificación y santificación. Y una de las metas que desarrollaremos en esta Lección es precisamente estudiar cada uno de ellos para tener una comprensión sencilla de qué significan para nuestra vida en todas las áreas.

LA REGENERACIÓN SEGÚN LAS ESCRITURAS

Cuando aceptamos por fe la obra de Jesús en la cruz, que nos limpió de pecado y libra de la muerte eterna, experimentamos la regeneración.

La palabra aparece dos veces en las Escrituras. Se hecho le invitamos a leer esas citas. Se trata de Mateo 19:28 y Tito 3:5. Tome nota de lo que enseñan.

Ahora, si queremos explicar un concepto sencillo de lo que es la regeneración, debemos decir que se trata de un nuevo nacimiento, un nuevo comienzo o un nuevo orden.

Retomamos Mateo 19:28:

Y Jesús les dijo: De cierto os digo que, en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel.»

Aquí el Señor usó la palabra regeneración en un sentido más amplio para referirse al futuro reino en la tierra. Ese es el momento del nuevo orden al que se refirieron los profetas, específicamente al señalar que Dios establecería Su Rey en Su santo monte de Sión como podemos leer en el Salmo 2:6.

Otros textos que le animamos a leer y a compartirnos sus conclusiones referentes al reinado eterno de Jesús, se encuentran en Isaías 2:4; Miqueas 4:3:

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La regeneración está referida a una transformación total de nuestro ser. Es un cambio definitivo que no proviene por voluntad humana sino por el amor y gracia de nuestro Dios y Creador.

El apóstol Pedro abordó el tema del Jesús que reina por siempre, en una disertación ante las autoridades de los judíos y quienes se congregaban en el pórtico de Salomón en la ciudad de Jerusalén, con las siguientes palabras: «…a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo.»(Hechos 3:21| RV 60)

Ahora, puede surgir un interrogante apenas natural: ¿La regeneración es presente o futura? La respuesta la encontramos en 2 Corintios 5:17:

De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.”

Recibir a Jesús como Señor y Salvador nos hace nuevas criaturas. No podemos seguir viviendo conforme al hombre viejo, con su viejo pensamiento y forma de actuar (Lea Romanos 12: 1, 2)

Una explicación sencilla la encontramos en la reunión que sostuvo Nicodemo, uno de los principales entre las autoridades judías, con el Señor Jesús. Lea el relato en Juan 1:1-15 y compártanos sus apreciaciones:

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Pero además de la regeneración que experimentamos cuando aceptamos la obra redentora de nuestro Salvador Jesucristo, habrá una “la regeneración de la tierra”, que es el tiempo futuro cuando Cristo se sentará  sobre el trono de David (2 Samuel 7; Lucas 1:32, 33; 2:11), Satanás será encarcelado (Apocalipsis 20: 2), Israel será renacido espiritualmente (Isaías 66:8; Ezequiel 37; Mateo 24:8; Romanos 11:1, 2, 26), la paz, la prosperidad, la justicia social y la igualdad prevalecerá (Isaías 42:1 -4; Miqueas 4:1-7). 

Cuando el apóstol Pablo usó la palabra “regeneración”, escribió, “no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia nos salvó, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo” (Tito 3 : 5). 

La diferencia entre el uso de nuestro Señor de la palabra y el uso de Pablo de que es obvio. 

Nuestro Señor lo usó en su sentido más amplio, de la restauración de todas las cosas, en su segunda venida a la tierra. Pablo lo usó para referirse a la regeneración del hombre individual, su nuevo nacimiento en nuevo orden de Dios “no por obras, para que nadie se gloríe” (Efesios 2:9).

Regeneración entonces puede definirse como un acto de Dios por el cual Él concede vida al pecador. Esta vida es la vida de Dios, la impartición de Su propia naturaleza. 

Dios mismo es la fuente y el Dador de su vida para que los creyentes. Para entenderlo más fácilmente le invitamos a leer 2 Pedro 1:4; Juan 1:13 y Efesios 2:10. Escriba qué aprendió del pasaje:

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Lo que no es la regeneración:

  • El _____________ en agua.
  • _____________ en lenguas
  • Asistir a una _____________

¿POR QUÉ ES NECESARIA LA REGENERACIÓN?

La pecaminosidad nos mantiene alejados de Dios (Isaías 59:2).  Es parte de la depravación de la naturaleza humana. El apóstol Pablo advierte que hombre natural está “…muerto en sus delitos y pecados… ajenos de la vida de Dios “(Efesios 2:1; 4:18).

La necesidad de ser regenerado es universal. “No hay justo, ni aun uno… Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:10, 23). También leemos que “Jehová miró desde los cielos sobre los hijos de los hombres, para ver si había algún entendido, que buscara a Dios. Todos se desviaron, a una se han corrompido todo, y no hay tan buena, ni aun uno “(Salmo 14:2, 3)

¿Por qué se produce esto? Por el corazón del hombre que es engañoso y perverso, como señala el profeta (Jeremías 17:9). De ahí que el apóstol Pablo insistiera en que “los que viven según la carne no pueden agradar a Dios” (Romanos 8:8), porque en la carne “no mora el bien” (Romanos 7: 18). 

Nuestra pecaminosidad se opone abiertamente a la santidad de Dios. Sólo la obra redentora de Jesucristo hizo posible cerrar esa enorme brecha.

El Espíritu Santo está íntimamente ligado al proceso de regeneración ya que es algo que sólo Dios puede obrar en el ser humano.

El apóstol Pedro escribió: “Siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, pero la palabra de Dios que vive y permanece para siempre” (I Pedro 1:23). 

Nuestra nueva naturaleza es poderosa en Dios nuestro Hacedor; por este motivo es de Él de quien debemos depender y no de nuestras propias fuerzas.

Evidencias de que hemos experimentado la regeneración:

  • _______________ a los demás (Juan 13:35; I Juan 3:14). 
  • Amar a _______________ y al prójimo (I Juan 4:20). 
  • Creer que _______________ (I Juan 5:1).
  • Hacer _______________ (I Juan 2:29). 

LA JUSTIFICACIÓN EN EL GÉNERO HUMANO

Un segundo elemento de suma importancia es la Justificación.

El pecado nos separó de Dios por años. Quizá usted recuerde cuánto tiempo vivió en la carnalidad. Creíamos que estar sujetos a los placeres era vivir, pero la mayoría, enfrentamos las consecuencias.

Nada que hiciera el género humano por limpiarse de su naturaleza de pecado, lo hacía libre. Los sacrificios eran un paliativo, pero no la solución definitiva. De hecho, en el libro de Job leemos dos interrogantes que suma importancia: “¿Cómo se justificará el hombre con Dios?” (Job 9:2), y “¿Cómo puede el hombre ser justificado con Dios?” (Job 25:4).

El apóstol Pablo desarrolló el tema de la justificación en varios pasajes relevantes del Nuevo Testamento.

Después de su conversión, y durante su visita a Antioquía de Pisidia, él dijo:

Sabed que, por lo tanto, varones hermanos: que por medio de él se os anuncia perdón de pecados, y por él todos los que creen son justificados de todas las cosas, de los que no pudisteis ser justificados por la ley de Moisés “(Hechos 13:38, 39 |RV 60). 

El autor plantea que el perdón y la justificación son posibles a través de Jesucristo, pero deja claro que hay una diferencia entre estos dos aspectos.

Perdonar en esencia es borrar todos nuestros pecados. Es lo que recibimos de nuestro amado Padre celestial. Miqueas 7:19 lo describe en los siguientes términos:

El volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados.”

Ahora bien, la justificación es más que el perdón. Podemos perdonar a una persona por sus malas acciones, pero no podemos justificarlo.

El perdón supone culpa, por lo que el culpable no puede justificarse. Por otro lado, cuando Dios nos justifica, nos libra de toda responsabilidad del peso del pecado. Es un acto del amor de Dios. ¿Cómo es posible? Cuando nos refugiamos en la en la sangre de Cristo como su única esperanza de salvación. 

Gracias a la obra de Jesús en la cruz, cuando Dios nos ve, no nos ve como pecadores que merecen la condenación sino como hombres y mujeres justos. Nos declara, entonces, no culpables. Sólo Dios puede borrar la condena para el culpable.

Lea Romanos 8:32-35. ¿Qué nos enseña el pasaje?

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El género humano no tiene ninguna relación con la justificación, excepto, recibirla por fe a medida que el Espíritu Santo lo permite.

¿Por qué debemos ser justificados? Encontrará la respuesta leyendo Romanos 3:23:

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El apóstol Pablo desarrolla la doctrina de la Justificación, particularmente en la carta a los Romanos.

¿De qué manera influye la justificación en nuestra relación con Dios? Lea Romanos 5:1:

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La fe es el punto vital de contacto entre el pecador y Dios. Sólo los que creen son justificados.  La Sangre de Cristo y la gracia de Dios componen la base de la justificación.

LA JUSTIFICACIÓN EN EL CREYENTE

Recordemos la ruta que hemos seguido hasta aquí: al creer en Cristo experimentamos un nuevo nacimiento, es decir, somos Regenerados. De la mano con este proceso, viene la Justificación (Romanos 3:24), es decir, no respondemos ya por el peso de la culpa que traían consigo nuestros pecados. Una tercera etapa es la Santificación.

La santificación es un proceso en el que interviene activamente el Espíritu Santo y que nos permite tener victoria sobre los pecados de nuestra cotidianidad. La santificación no es meramente un acto único, sino un proceso continuo.

El significado básico del verbo santificar (Gr. hagiazo) es separar o poner aparte.  La santificación es, entonces, ese acto soberano de Dios por el cual Él escoge a una persona para sí mismo con un propósito específico.

El apóstol Pedro define la santificación en los siguientes términos:

Elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia a vosotros y paz, se multiplica” (I Pedro 1:2| RV 6)

Pedro aquí se limita a señalar el hecho de que Dios el Padre hizo una elección. Nos escogió a usted y a mí. Y con nosotros, a la humanidad que necesita salvación. La oportunidad es para todos.

Dios le dijo a Jeremías: “Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses de la matriz te santifiqué, te di por profeta a las naciones” (Jeremías 1:5). 

En el plan divino Dios apartó Jeremías para su obra.

El apóstol Pablo alude a su elección de la siguiente manera:

Pero cuando agradó a Dios, que me apartó desde el vientre de mi madre, y me llamó por su gracia, revelar a su Hijo en mí, para que yo le predicase entre los gentiles, no consulté en seguida con carne y sangre” (Gálatas 1:15, 16). 

Pablo fue apartado para el ministerio mucho antes de que naciera.

Dios apartó a Jacob antes de que él naciera, en lugar de su hermano gemelo, Esaú (Génesis 25:23, cf. Romanos 9:10-13.); Sansón antes de que fuera concebido (Jueces 13:3-5), y Juan el Bautista antes de su concepción (Lucas 1:13-17).

Le pertenecemos a Dios, un gran privilegio. Por Su Espíritu Santo, crecemos, vencemos el pecado, podemos cumplir el propósito eterno de nuestro amado Hacedor. Esa transformación no se produce en un abrir y cerrar de ojos, es un proceso.

Gracias a la obra redentora de Jesús el Señor, usted y yo que éramos pecadores sin ninguna oportunidad, fuimos santificados, como enseña la Palabra:

Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo mediante su propia sangre, padeció fuera de la puerta” (Hebreos 13:12). 

Y también leemos:

En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre… Porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados” (Hebreos 10:10, 14). 

¿Quiénes son los santificados? Todos los que han recibido a Jesucristo han sido “santificados en Dios Padre, y guardados en Jesucristo” (Judas 1). Esta es la posición de cada cristiano, independientemente de la cantidad de tiempo que uno lleve como creyente o lo mucho o lo poco que sepa acerca de la Biblia.


RESPUESTAS A LA LECCIÓN 5


A continuación, encontrará las palabras o frases que requiere para llenar los espacios en blanco que aparecen en la Lección de hoy:

La regeneración según las Escrituras

1.- Bautismo

2.- Hablar

3.- Iglesia

¿Por qué es necesaria la regeneración?

1.- Amor

2.- Dios

3.- Jesús es el Cristo

4.- Justicia


© Fernando Alexis Jiménez – Entrenador del Instituto Bíblico Ministerial de la Misión Edificando Familias Sólidas (Colombia)


 

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