Los primeros cristianos privilegiaron el discipulado. Se constituyó, desde el comienzo, en una poderosa herramienta formativa para llevar a los nuevos creyentes a practicar las enseñanzas de Jesucristo. Era la fundamentación para vivenciar lo aprendido en lo que pensaban y hacían. Así ha sido por siglos entre las comunidades de seguidores en Jesús para las cuales reviste importancia el discipulado.
Para descubrir en qué contribuían estas enseñanzas en su afianzamiento como seguidores, basta leer 1 Pedro 4:1-4. Hágalo con detenimiento y escriba sus conclusiones:
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INFLUENCIA TRANSFORMADORA A TRAVÉS DEL DISCIPULADO
Piense en el grado de influencia que recibían los cristianos del primer siglo. Una vez estaban cimentados en principios, asumían la tarea de impactar a otras personas. ¿De qué manera lo hacían? A través del discipulado.
Les compartimos dos pasajes para ilustrar la forma como influenciaban al mundo entero y, por supuesto, a los que tomaban la decisión de seguir a Jesús el Señor:
Y crecía la palabra del Señor, y el número de los discípulos se multiplicaba grandemente en Jerusalén; también muchos de los sacerdotes obedecían a la fe.” (Hechos 6:7)
Y también leemos:
Pero los que fueron esparcidos iban por todas partes anunciando el evangelio.” (Hechos 8:4)
Reflexione ahora en lo siguiente: Cuando recibimos influencia y, a su vez, influenciamos en otros, lo hacemos a través de buenas o malas enseñanzas (Cf. 1 Corintios 5:6, 7; 15:33)
¿Qué importancia tiene la influencia? Mucha. A través del influenciamiento podemos fundamentar a alguien o a un grupo de personas. Esa es la esencia del discipulado. Enseñar a quienes tienen una experiencia con el Señor Jesucristo, para que caminen de manera permanente con Él, haciendo real en su cotidianidad, todo lo que aprenden en las Escrituras.
Es precisamente sobre esa premisa, que consideramos fundamental discipular a quienes le abren las puertas de su corazón al Salvador. Transferirles sólidos cimientos que giran alrededor de la Palabra de Dios.
CONVIRTIÉNDONOS EN INFLUENCIADORES
Hoy día, con el avance inusitado de los medios digitales y, en particular, de las redes sociales, ha crecido el número de hombres y mujeres que impactan positiva o negativamente a sinnúmero de seguidores a través de los contenidos que publican. Se les conoce como influenciadores.
De una u otra manera, usted y yo en nuestra condición de cristianos, tenemos también esa tarea sobre nuestros hombros: ser influenciadores, pero desde la perspectiva de seguidores de Cristo.
Le invitamos a considerar la enseñanza del Señor Jesús que aplica a todo aquél que está recibiendo acompañamiento en su proceso de cambio y crecimiento en las áreas personal, espiritual y familiar. Busque en su ejemplar de la Biblia el pasaje de Lucas 6:39, 40, y escriba a continuación sus conclusiones:
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Cuando asumimos el desafío y ministerio de discipular a los nuevos creyentes, estamos cumpliendo la gran comisión desde nuestra condición de influenciadores:
Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; más el que no creyere, será condenado. Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán.” (Marcos 16:15-18)
Cabe aquí preguntarnos: ¿Estamos influenciando a otras personas a través del ejemplo que ofrecemos, y mediante un proceso sistemático de discipulado? Es hora de hacer un cuidadoso análisis.
No podemos olvidar que ser discípulo de Jesús significa orientar nuestras vidas al servicio de otras personas, en particular, de los nuevos creyentes.
EL SEÑOR JESUCRISTO, EL GRAN INFLUENCIADOR
El mayor ejemplo de influenciamiento, lo encontramos en el Señor Jesús. Por espacio de 3 años vivió una maravillosa experiencia de enseñanza intensiva a sus doce seguidores. Los escogió para formarlos (Marcos 3:13-19). Compartió con ellos no solo poderosas enseñanzas sino vivencias.
En el versículo 14 de la cita bíblica a la que aludimos, podemos leer:
«…eligió de entre ellos a doce, para que lo acompañaran y para mandarlos a anunciar el mensaje.»
Observe cuidadosamente que no solo serían discipulados sino que, a su turno, deberían discipular a otras personas:
Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.” (Mateo 28: 19, 20)
Aun cuando no formó parte del grupo especial que llamó Jesús para enseñarles, el apóstol Pablo hizo discípulos en las nuevas iglesias, aquellas que plantó durante su ministerio. Igual ocurrió con Pedro y, en general, todos aquellos que compartieron con el Señor Jesús. Era un imperativo, no algo opcional.
CUMPLIR LA TAREA DE DISCIPULAR
El tiempo no se detiene. Avanza. Es inexorable. En este preciso instante cuando usted toma esta Lección, millares de personas parten a la eternidad sin Cristo. ¿A cuántos de ellos alcanzamos con el evangelio de Jesucristo y un discipulado sistemático que les permitiera permanecer firmes en sus principios de fe? Quizá no tengamos una respuesta inmediata para este enorme interrogante.
El apóstol Pablo tenía clara su tarea ineludible de discipular. Por ese motivo escribió a los creyentes de Colosas, en el primer siglo:
Nosotros anunciamos a Cristo, aconsejando y enseñando a todos en toda sabiduría, para presentarlos perfectos en Cristo. Para esto trabajo y lucho con toda la fuerza y el poder que Cristo me da.” (Colosenses 1:28-29)
Por favor, tome nota de que el propósito de Pablo estaba orientado a “…presentarlos perfectos en Cristo.”, es decir, a los nuevos creyentes en el Salvador Jesucristo. Esa fue la esencia de su labor. Por ese motivo no desfallecía.
Al igual que este apasionado seguidor de Cristo, usted y yo tenemos una enorme labor por desarrollar. Y debemos estar a la altura de las circunstancias, si de verdad consideramos que somos discípulos.
Jamás podemos olvidar que nuestro trabajo, más que construir fastuosos templos, debe ser el de guiar a otros a Cristo y acompañarlos en su proceso de discipulado, hasta que puedan ser fuertes y, a su vez, se ocupen en la formación de nuevos discípulos.
EJERCICIOS PARA AFIANZAR LOS CONOCIMIENTOS
El aprendizaje se refuerza con el repaso. Revisar los conocimientos a la luz de nuevas lecturas. En esa dirección, tenemos unos ejercicios que le ayudarán a fortalecer los aspectos que hemos compartido en la presente Lección. Tómese el tiempo necesario para escudriñar las citas bíblicas y responder los interrogantes:
1.- Cuando una persona inicia un proceso de discipulado, ¿qué tipo de transformación se produce en su vida? En Romanos 12:2 hallará la respuesta:
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2.- Sobre la base de que discipular está ligado a transmitir el conocimiento de Dios y su Palabra en cada momento de la vida, ¿qué relación hay entre la instrucción impartida por el profeta Moisés en Deuteronomio 6:6, 7 y la formación de discipulado que estamos llamados a compartir hoy? Por favor, déjenos conocer sus conclusiones:
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3.- El apóstol Pablo discípulo a Timoteo. ¿Cuál fue el encargo que le hizo, de acuerdo con lo que leemos en 2 Timoteo 2:2?
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4.- Cuando el apóstol Pablo escribió el texto de Colosenses 1:28-29, dejó claro el propósito de su ministerio. Lea el pasaje y escriba sus conclusiones:
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Lo esperamos en nuestra próxima Lección del Curso.
© Fernando Alexis Jiménez – Entrenador del Instituto Bíblico Ministerial de la Misión Edificando Familias Sólidas.
