«Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.» (2 Timoteo 3:16 | RV 60)
«Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas, hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente nombre que ellos.» (Hebreos 11:1-4 | RV 60)
La Biblia es hoy por hoy el libro de mayor difusión en todo el mundo, seguido del Corán. Contiene historia, enseñanzas para la transformación personal, espiritual y familiar y nos permite conocer el pensamiento de Dios.
Junto con el universo que nos rodea, a través de la Palabra tenemos una mayor aproximación al Padre celestial y a su voluntad para el género humano. Dios mismo nos habla a través de Su Palabra y no es un mero registro alrededor de quién es Dios. Esa sería una apreciación equivocada. De hecho, son dos conceptos diferentes.
UNA COLECCIÓN DE LIBROS MARAVILLOSOS
La Biblia es un sustantivo plural que significa libros. Es el compendio de textos escritos por numerosos autores inspirados por Dios en una línea de tiempo de aproximadamente dos mil años.
Un hecho que debemos considerar es que no aparecen en el orden como fueron redactados. Por ejemplo, el Génesis que encontramos primero en el Antiguo Testamento, se redactó durante el exilio del pueblo de Israel en Babilonia, mientras que el evangelio de Juan fue el último libro en escribirse, aunque en nuestro canon aparece el Apocalipsis.
Lo maravilloso de la Biblia es que Dios utilizó personas comunes que nos transmitieran el mensaje, en el lenguaje de cada época. Por ese motivo, al estudiarla, debemos hacerlo con un espíritu de humildad, disposición de aprendizaje, y aprender en sus páginas, que desde la eternidad el Padre ha tenido en mente la redención y salvación del hombre por medio de la obra del Señor Jesús en la cruz.
Él fue fiel al permitir que las enseñanzas, transmitidas originalmente en el formato de tradición oral, se conservaran en el tiempo y se conservaran sin adulterar el contenido a través del tiempo. Por supuesto, eso no significa que no haya habido errores humanos.
Insistimos de nuevo: Dios ha sido fiel al permitir que descubramos dónde se encuentran y corregirlos.
Los primeros escritos fueron generados al término de un largo tránsito del pueblo de Israel en el desierto, cuando entraron en la tierra prometida.
Le invitamos a considerar, entonces, los siguientes aspectos:
- Los autores bíblicos no se ocuparon de relatar todo en detalle, como quisiéramos hoy.
- El contenido Escritural no pretender ser una explicación científica del universo y su desarrollo, como tampoco del género humano.
- Las Escrituras no hacen un registro exacto del paso del tiempo ya que los autores carecían de calendario y de los instrumentos de que disponemos hoy.
- La perspectiva de los autores se ajusta a la cosmovisión oriental en medio de la cual se desenvolvieron.
No se trata, por tanto, de una simple compilación de acontecimiento, sino de hechos registrados a partir de la fe bajo la inspiración divina.
El que iniciamos hoy es un estudio apasionante que nos permitirá tener una aproximación al libro a través del cual Dios nos habla y sienta las bases para nuestra transformación.
¡Bienvenidos y, mis oraciones, es que les saquen el mayor provecho a los estudios!
Fernando Alexis Jiménez
Director. Instituto Bíblico Ministerial
