Agregar valor a la vida de las personas

Dios es quien trae paz a nuestro mundo interior.

El Padre conoce sus pecados, pero le extiende su perdón ilimitado. Le corresponde a usted creer en el perdón que obtuvo Jesús en la cruz, y acogerse a la gracia divina que le abre las puertas a una nueva oportunidad.


Por Fernando Alexis Jiménez | Director del Instituto Bíblico Ministerial


A Jim MacLaren la desgracia le tocó a la puerta en 1985, cuando tenía 22 años, cuando era un deportista destacado. El día menos pensado se accidentó en una motocicleta. Perdió su pierna izquierda por debajo de la rodilla al tiempo que sus costillas y órganos internos quedaron destrozados.

Creía en Dios y, consideraba, la fe fue el fundamento para levantarse de la aparente derrota. Se prendió de Su mano para reemprender la práctica de los deportes.

Se convirtió en un referente en el Campeonato Mundial Ironman de 1989 y una posición de las más relevantes en 1992. Sus logros fueron sorprendentes pese a las dificultades con las prótesis de finales de los años 80.

Aunque su carrera iba en ascenso, en junio de 1993, MacLaren sufrió un nuevo accidente. Iba en bicicleta e impactó de frente con una camioneta, en el Condado de Orange.

MacLaren salió disparado, de cabeza, contra un poste y quedó tetrapléjico. Los médicos le dijeron que nunca recuperaría la función motora por debajo del pecho y que siempre necesitaría una persona de apoyo que le ayudara en sus actividades diarias.

Jim McLaren debió, nuevamente, emprender el camino. Lo hizo animado por su fe en Dios. «No estaba seguro de poder hacerlo de nuevo«, relato a un medio local. «Al principio me sentí sin vida. La gente tenía que levantarme, cargarme y empujarme en la silla de ruedas. Realmente no podía hacer nada por mi cuenta. Pero decidí seguir adelante

Consiguió movilizarse por sus propios medios y, además, volvió a pedalear en su bicicleta, atando los pies a los pedales.

VOLVER A EMPEZAR

La competencia internacional San Diego Triathlon Challenge fue creada en 1993, para conseguir fondos para MacLaren. El objetivo inicial era recaudar 25.000 dólares con el fin de comprarle un vehículo para que pudiera conducir con sus propias manos y tuviera algo de independencia. El primer triatlón recaudó 49.000 dólares.

Desde entonces, la Challenged Athletes Foundation, CAF, fundada en 1997, ha proporcionado más de 18.000 subvenciones y recaudado más de 93 millones de dólares para ayudar a equipar a los atletas discapacitados, ofrecerles formación y ayudas para vivir a través del deporte.

Nunca se desalentó y, aun cuando enfrentaba momentos difíciles, se dedicó a impartir conferencias para motivar a las personas. Este triatleta que marcó un hito en la historia como el más rápido del mundo durante un tiempo. Falleció el 31 de agosto de 2010, a los 47 años.  Su vida fue corta, pero ha impactó a muchas personas.

La Challenged Athletes Foundation es el legado de Jimmy para la humanidad; un bonito regalo que nos hace pensarnos la vida de otra manera.

IMPACTAR VIDAS

Durante su vida, Jim MacLaren, se enfocó en enseñar a partir del ejemplo. Se convirtió en ejemplo de resiliencia. Superar los momentos trágicos y reemprender el camino, se convirtió en la mejor enseñanza que podía transmitir. Por ese motivo, cuando se paraba enfrente de un auditorio, enseñaba con autoridad.

Permítame compartirle sobre una historia real. Sucedió en una ciudad grande de Suramérica.  Un día común, la metrópoli estaba particularmente agitada. Un hombre iba deprisa. Debía llegar temprano al trabajo. Estaba tan ensimismado en sus asuntos, que tropezó a alguien que vendía dulces a un lado de la acera. No pudo negar que aquél incidente, que estaba fuera de toda previsión, le causó molestia.

La humilde mujer no hacía otra cosa que mirarle expectante. Él se arremangó la camisa, se arrodilló y comenzó a recoger las mercaderías. Le sonrió al final y expresó: “Perdóneme, iba sin mirar bien”. Acto seguido le dio un billete enrollado. “Dios permita que cubra el daño”, dijo, y se alejó.

El incidente habría pasado inadvertido a menos que lo hubiera comentado un amigo de la familia, como en efecto ocurrió en una reunión del sábado en la noche.

Vi a tu padre auxiliando a una mujer a la que le volcó sus mercaderías en la avenida”, comentó a uno de los hijos adolescentes.

Piense por un instante en estos tres ingredientes: Ejemplo, enseñanza y trascendencia. Esas pocas palabras marcaron al muchacho que— pasado el tiempo— tropezó a un anciano en la salida del autobús. Se devolvió y le ayudó r a salir a la avenida.

Gracias, hijo”, le dijo el sexagenario. Y aun cuando el joven no lo mencionó, estaba replicando el ejemplo que había dado su padre.

La mejor enseñanza que impartimos, es aquella que sembramos con el ejemplo. Es algo que comienza en casa, una cimentación en principios y valores a nuestros hijos, y que sin duda se extenderá a la sociedad entera.

JESÚS IMPACTA NUESTRAS VIDAS PARA EL CAMBIO

Una de las muchas que hizo nuestro amado Salvador Jesucristo, fue enseñar con el ejemplo. El apóstol Pablo al respecto escribió:

«Tengan la misma actitud que tuvo Cristo Jesús. Aunque era Dios, no consideró que el ser igual a Dios fuera algo a lo cual aferrarse. En cambio, renunció a sus privilegios divinos; adoptó la humilde posición de un esclavo y nació como un ser humano. Cuando apareció en forma de hombre, se humilló a sí mismo en obediencia a Dios y murió en una cruz como morían los criminales. Por lo tanto, Dios lo elevó al lugar de máximo honor y le dio el nombre que está por encima de todos los demás nombres para que, ante el nombre de Jesús, se doble toda rodilla en el cielo y en la tierra y debajo de la tierra, y toda lengua declare que Jesucristo es el Señor para la gloria de Dios Padre.” (Filipenses2:5-11. NTV)

Enseñar a partir del ejemplo, ahí está el secreto. Es por supuesto, una demostración viva de humildad. Nadie puede enseñar a su familia algo, sin antes dejar de lado el orgullo que en la mayoría de los casos nos lleva a pensar que siempre tenemos la razón.

COMPARTIR EL AMOR DE DIOS

El por su infinito amor, que usted y yo tenemos siempre una nueva oportunidad. Jim MacLaren tuvo esa oportunidad. En su primer accidente pudo morir, pero el Señor le extendió Su gracia para que continuara con vida.

Igual con usted. Él le abre las puertas para comenzar de nuevo. ¿De qué manera? Por Su gracia. Perdona nuestros pecados en respuesta a un sincero arrepentimiento. Es cierto, por la maldad merecíamos morir, sin embargo, el Señor Jesús pagó por todos nosotros en la cruz.

Solamente nuestro Padre puede hacer, lo escribió el profeta, Jesucristo llevó en el madero todos nuestros pecados:

“Será despreciado y desechado por la humanidad entera. Será el hombre más sufrido, el más experimentado en el sufrimiento. ¡Y nosotros no le daremos la cara! ¡Será menospreciado! ¡No lo apreciaremos! Con todo, él llevará sobre sí nuestros males, y sufrirá nuestros dolores, mientras nosotros creeremos que Dios lo ha azotado, lo ha herido y humillado. Pero él será herido por nuestros pecados; ¡molido por nuestras rebeliones! Sobre él vendrá el castigo de nuestra paz, y por su llaga seremos sanados.” (Isaías 53:3-5 | RVC)

Ahora que sabemos que recibimos perdón, nos corresponde dar un paso: acogernos a la gracia divina. En nuestras fuerzas no podremos alcanzar la salvación, por mucho que nos esforcemos por hacer buenas obras. Es sólo por la sangre de Jesús que nos trajo limpieza, perdón y nos asegura la vida eterna.

En la Palabra leemos lo que dice el Señor:

«Pongan sus ojos en mí todos los términos de la tierra, y reciban salvación, porque yo soy Dios, y no hay más.» (Isaías 45: 2 | RVC)

Y, también:

«Busquen al Señor mientras pueda ser hallado; llámenlo mientras se encuentre cerca.» (Isaías 55:6 | RVC)

La decisión de apropiarse de la gracia que Dios le extiende, está en sus manos. Aquí nos permitimos citar lo que escribió el autor, Billy Graham:

“Hay dos clases de personas en el mundo: las que son salvas porque aceptaron la obra de redención de Jesús el Señor, y las que se pierden. Todos tienen la misma oportunidad de elegir a Cristo o de rechazarle…El arrepentimiento se logra por fe, creyendo que Dios nos perdonará. Arrepentirse es reconocer que hemos pecado, y por fe, aceptar el perdón de Cristo… apartarnos del camino del pecado y luego seguir la cruz… Cuando lo hacemos, Cristo nos limpia de todo pecado, nos da un corazón nuevo, una mente renovada y la voluntad para seguirlo hacia su Reino.” (Citado en el libro “Lo que sucedió en la cruz”)

La decisión, insistimos, está en sus manos. Hoy es el día oportuno para arrepentirnos del pecado, abrirle las puertas de nuestro corazón a Jesucristo y emprender una nueva vida.


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