Dios nos ofrece la posibilidad de ser libres de las ataduras del pecado y emprender una nueva vida. Es una decisión que está en sus manos, porque de hecho, la gracia divina está a nuestra disposición.
La decisión de Henry Brown, en 1849, fue arriesgada, pero sabía él, era la única que podía asegurarle una vida libre.
Era un esclavo, pero anhelaba estar más allá de las praderas, sin cadenas. Poder ir y venir donde quisiera. Lo anheló por mucho tiempo. Hasta el día en que se decidió.
Con ayuda de unos abolicionistas de la esclavitud se encerró en una pequeña caja de madera y viajó desde Richmond (Virginia) hasta Filadelfia, en los Estados Unidos.
La caja, muy estrecha, tenía apenas unos pequeños orificios para permitirle respirar. El viaje duró más de 24 horas.
Un viaje muy largo, difícil y agotador. Rompió todos los esquemas, se arriesgó, pero llegó a conquistar su sueño: ser libre.
Tras su huida, Henry Brown vivió como hombre libre, primero en Norteamérica y luego en Inglaterra. Lo hizo para evitar su capturado nuevamente tras la aprobación de la Ley de Esclavos Fugitivos de 1850.
La medida gubernativa permitía arrestar y devolver a personas esclavizadas que hubieran huido, incluso en estados donde la esclavitud ya estaba prohibida.
La historia es real. Hace recordar que todos—léalo bien, absolutamente todos—tenemos la oportunidad de ser libres de las ataduras del pecado y emprender una nueva vida.
El Señor Jesús lo dijo claro:
“… y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres.» “(Juan 8: 32 | RVC)
Una verdad que muchos desconocen: el pecado no tiene por qué gobernarnos y tampoco deberíamos permanecer esclavos a los deseos de la carne que nos lleva a cometer sinnúmero de errores, todos los días, toda la vida.
Y, también fue el Señor Jesús quien dijo:
«Yo no he venido a llamar al arrepentimiento a los justos, sino a los pecadores.» (Lucas 5: 32 | RVC)
Una enseñanza poderosa y liberadora que nos muestra algo maravilloso: la gracia de Dios está disponible para todos, no solamente para unos pocos.
Es por gracia que recibimos perdón de pecados y podemos emprender una nueva vida. No importa cuánto hayamos pecado. Dios nos perdona y nos ofrece una nueva oportunidad de vida.
De la mano con esta verdad, otra más: Dios no nos obliga. Cada quien toma la decisión se acogerse a la gracia divina. Usted puede ser libre y vivir la gracia de Dios, pero debe tomar la decisión.
Ábrale hoy las puertas de su corazón a Jesucristo.
Fernando Alexis Jiménez sirve a Dios en la Misión Edificando Familias Sólidas. Transmite el Programa “Vida Familiar” y, desde el 2016, dirige el Instituto Bíblico Ministerial.