El discipulado se afianza con el ejemplo (Lección 3)

Discipulado

Cuando discipulamos a alguien, el Espíritu Santo obra a través de nuestras vidas. El objetivo final de esa labor es presentar a los nuevos creyentes—posteriormente discípulos—, perfectos en Cristo Jesús como consecuencia de un proceso formativo con fundamento en las Escrituras.

Alrededor de este principio, el apóstol Pablo escribió:

…a quien anunciamos, amonestando a todo hombre, y enseñando a todo hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre; para lo cual también trabajo, luchando según la potencia de él, la cual actúa poderosamente en mí.»(Colosenses 1:28, 29 | RV60)

Observe que Pablo se había fijado el propósito de afianzar a los cristianos que recién comenzaban su trasegar con el Salvador. Era una de sus prioridades.

Le invitamos a leer Colosenses 2:1-4. Escriba a continuación cómo encaja esta enseñanza con nuestra tarea de discipular:

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Aquí cabe enfatizar que el mejor proceso de discipulado toma como fundamento un trabajo personalizado. Invertir tiempo y dedicación en el discípulo.

La madurez que llegará a alcanzar tiene cuatro ejes:

  • Desarrollar una relación personal con el Señor Jesucristo.
  • Aprender a discernir entre lo correcto y lo erróneo.
  • Descubrir lo útil de lo inútil.
  • Prepararse para extender el Reino de Dios, formando nuevos discípulos.

Cuando discipulamos a alguien nos fijamos metas a corto, mediano y largo plazo.  La Palabra de Dios es la que finalmente ejerce su poder, trayendo transformación.

El Señor Jesús compartió con las multitudes una parábola estrechamente ligada al discipulado. La encontramos en Mateo 13:31, 32. ¿Qué enseñanza le ofrece a usted como discipulador? Por favor, escriba sus conclusiones:

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A continuación, desarrollaremos otros aspectos de suma importancia relacionadas con el ejemplo durante el proceso formativo de los recién convertidos a Jesús el Señor.

EL APÓSTOL PABLO, UN EJEMPLO

El apóstol Pablo entendió durante su ministerio, que el ejemplo reviste singular importancia cuando estamos formando discípulos. Él escribió a los creyentes de Corintio:

Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo.»(1 Corintios 11:1 /RV60)

Este hombre de Dios cumplió la instrucción del Señor Jesús, de hacer discípulos. Y esos seguidores aprenden de su maestro, en este caso aprenderán de usted, que asume la tarea de guiar a los nuevos creyentes a caminar de la mano de Jesucristo.

El objetivo no cambia, será siempre el mismo: ver vidas transformadas por el poder del Evangelio.

Sobre el particular, el apóstol Pedro escribió:  «Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas…»(1 Pedro 2:21 |RV60)

En esencia, discipular supone vivir toda nuestra vida cristiana ante otros. Ellos ven y aprenden, más que por las palabras, por lo que hacemos. Los hechos hablan más que la más elaborada enseñanza que podamos compartir.

El discípulo aprende escuchando, observando y participando. Es un proceso. Conforme toma nota del ejemplo recibido, adquiere mayor responsabilidad en su andar con Dios (Cf. Hebreos 13:7).

DISCIPULAR CON EJEMPLO, UNA ACTITUD RELACIONAL

Cuando nos damos a la tarea de formar discípulos, estrechamos lazos de amistad cristiana. Es una actitud relacional. Es, en general, un proceso bidireccional.

El apóstol Pablo, quien fue uno de los desarrolladores de los procesos de discipulado entre los creyentes del primer siglo, escribió a la comunidad de Colosas:

La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales.»(Colosenses 3:16; Hebreos 10:24, 25| RV60)

Lea el texto cuantas veces sea necesario. Tome nota de algo importante: Las relaciones se fortalecen entre el discipulador y el discípulo.

Ahora bien, no podemos desconocer el hecho de que establecer una relación sólida con la persona a la que estamos guiando, en ocasiones no es fácil. Probablemente usted destinará tiempo para desarrollar un mentoreo personalizado, pero esa persona esgrimirá excusas o hasta rechazo. Es un riesgo que debemos estar preparados para asumir.

NO SOMOS NOSOTROS, ES DIOS A TRAVÉS DE NOSOTROS

Ser ejemplo para el discípulo no es fácil. Por mucho que nos esforcemos en ser el mejor ejemplo, es probable que fallemos. De ahí que debamos reconocer que no somos nosotros, con nuestras fuerzas, sino Dios a través de nosotros. La ecuación es distinta. Igual los resultados.

El apóstol Pablo abordó el asunto en los siguientes términos:

Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros…»(2 Corintios 4:7 |RV60)

Cuando reconocemos que es el Señor quien utiliza nuestros dones y talentos para guiar a otros en el caminar con Cristo, rendimos nuestra máxima potencialidad porque le damos toda la honra y gloria a Él (Cf. Filipenses 2:17).

Es en la congregación local donde se deben fortalecer los procesos de discipulado. Exponer la Palabra de Dios desde un púlpito es algo valioso, sin duda, pero mucho más valioso—en nuestro criterio—es el ocuparse en la labor de enseñar a otros las Escrituras.

Cuando lo hacemos, la comunidad de cristianos se hace fuerte. El fundamento es esa mentoría que muchas denominaciones han dejado de lado.


EJERCICIOS PARA AFIANZAR LOS CONOCIMIENTOS


Procuramos que las Lecciones del Curso Haciendo Discípulos sean interactivas, que involucren la participación del estudiante. Sirven, además, para repasar lo aprendido hoy. Aparte un espacio de tiempo para responder a los siguientes ejercicios:

1.- Su responsabilidad como discipulador es muy grande. Es importante que tome conciencia de esa tarea de la cual deberá dar cuenta ante Dios, que lo comisionó. Le invitamos a leer el pasaje bíblico Hebreos 13:7. ¿Qué aprende del texto? Compártanos sus conclusiones:

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2.- Estudie ahora el pasaje de Hebreos 10:24, 25. ¿Qué recomienda el autor del libro que debemos hacer los creyentes? ¿Cómo aplica en la relación discipulador-discípulo? Escriba su apreciación:

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3.- Como discipuladores, usted y yo somos simplemente instrumentos en manos de Dios. Estudie el texto de 2 Corintios 4:7 y registre a continuación qué aprendió:

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4.- Todos somos discípulos de Cristo, y de la mano con ese convencimiento, viene una tarea: discipular a otras personas. Para concluir, pregúntese: ¿A cuántas personas estoy guiando a caminar con Jesucristo?

© Fernando Alexis Jiménez – Entrenador del Instituto Bíblico Ministerial de la Iglesia Misión Edificando Familias Sólidas.

 

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