La Capellanía, un servicio en la obra de Dios (Introducción)

Fundamentos de Capellanía

En los últimos diez años ha tomado fuerza inusitada el tema de la Capellanía. Quizá en Europa, Estados Unidos y Sudáfrica, han constituido parte inherente de su cotidianidad. No obstante, en Latinoamérica el asunto entró a formar parte de la agenda eclesial con motivo del desarrollo de políticas públicas de libertad religiosa, que representan y celebramos como un gran avance, sin duda.

El término Capellanía tiene su origen en el vocablo latino Capellanus, al que el pueblo católico asoció con un hombre piadoso que ellos incluyeron en su santoral, y que se llamaba Martín de Tour. Era francés. Vivió entre el 316 y 399 d.C.

De acuerdo con la historia, regresaba a casa cuando se encontró con un mendigo agobiado por el frío. El este pordiosero vio a Jesucristo sufriente. A través de esta experiencia que lo impactó mucho, se convirtió. Verlo en la calle, en esas condiciones de fragilidad, tocó las fibras más sensibles de su corazón. Decidió enfocar sus esfuerzos en el servicio.

Su testimonio llevó otras personas a los pies de Cristo. Tras su muerte, quienes admiraron su labor, guardaron parte de su capa que, en el lenguaje propio de la época, era llamado Capella. De ahí viene el término capilla que, en consonancia con esa leyenda, era el lugar donde se guardaba la capa de Martín de Tour. Quien protegía la prenda, era llamado Capellanus, que en español antiguo era capellán. Este término se ha conservado hasta nosotros hoy.

Históricamente hay registro de que el sacerdote católico encargado de oficiar la liturgia delante del rey de España, ejercía una capellanía. Tenía bajo su cuidado, ciertos bienes de la realeza, pero también el cuidado de la espiritualidad.

Cuando los reyes y su ejército iban a la guerra, se nombraban capellanes. Eran los custodios de lo material. Más importante aún, tenían a su cargo brindar acompañamiento espiritual y dar palabras de fortaleza a quienes iban a pelear por su país.

Durante los períodos en que no había confrontaciones, permanecían en la corte brindando consejería y sostén espiritual a quienes lo requerían.

Cuando se produjo la fundación de América del norte, con los exploradores e inmigrantes, venían capellanes provenientes de Inglaterra.

Sobre esa base, percibimos que no es algo nuevo. Tiene sus raíces históricas. Es cierto, inicialmente fue un tema propio del pueblo católico, pero los ingleses también lo adoptaron y ha trascendido entre el pueblo evangélico.

LA CAPELLANÍA EN LA ACTUALIDAD

Con motivo de las políticas públicas de libertad religiosa en varios países latinoamericanos, y la emisión de la normatividad que abre las puertas para el ejercicio de esta tarea en la sociedad, las iglesias tenemos la enorme responsabilidad de preparar a quienes han sido llamados y tienen en su corazón esa inclinación específica por el servicio a quienes más lo necesitan.

Aquí cabe aclarar que si bien es cierto se han formado asociaciones de capellanes que definen una estructura militar en su organización jerárquica—quizá teniendo en cuenta que muchos desean vincularse ministerialmente en la modalidad castrense–, la propuesta que elevamos desde el Instituto Bíblico Ministerial se enfoca en el servicio. Esa es la esencia de todo. No tanto los títulos, sino la orientación a ayudar. Finalmente, lo que debe satisfacernos es lo que Dios ve en nosotros, no lo que brilla delante de los demás.

Hacemos esta salvedad de la mano con otro aspecto: defendemos el derecho que asiste a toda denominación u organización de creyentes en Jesucristo, para designar a sus ministros en coherencia con el llamado que tienen. Debe ser algo que nace del corazón, que trae paz y que, sin duda, proviene del corazón de nuestro amado Dios y Padre.

Cuando vamos a las Escrituras leemos una poderosa enseñanza del Señor Jesús quien, en el momento final, reconocerá a quienes dispusieron su vida al servicio a los necesitados:

Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me vestisteis; en la cárcel, y vinisteis a mí.” (Mateo 25: 35-40 | RV 60)

Permítanos insistir: el eje fundamental es el servicio, no los títulos. Es el basamento de la Capellanía.

UN MARAVILLOSO VIAJE

Usted ha tenido inquietud en el tema de la Capellanía. De hecho, se decidió por este Curso. Lo más probable es que haya escuchado la voz de Dios en su corazón llamándole a este servicio, que demanda prepararnos porque hay muchos aspectos que debemos atender. Nuestra recomendación es que ore al Padre para que le confirme el llamamiento.

Tenga en cuenta que el Capellán se unta de las ovejas. Huele a ovejas. No solamente les habla de Cristo, sino que las cuida, las cura cuando están heridas y las guía a buenos pastos (Cf. Salmo 23)

Este viaje es maravilloso porque no solamente aprenderá las bases para desarrollar la Capellanía, cuál es su radio de acción, el alcance ministerial que tiene y, también, la forma como podrá ejercer una influencia de parte de Dios en medio de su pueblo.

Le animamos a perseverar en este proceso formativo. Enriquecerá sus conocimientos, pero, al mismo tiempo, será edificante a nivel ministerial y el ejercicio de la labor, será gratificante para su vida. Ánimo. Hoy comienza, pero la meta es terminar en victoria todo el Curso de Fundamentos de Capellanía.

¡Dios bendiga su vida rica y abundantemente!

Lic. Teol. Fernando Alexis Jiménez

Director

Instituto Bíblico Ministerial

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