La lucha del ministro cristiano con su naturaleza humana (Lección 4)

Ética ministerial

Las tentaciones que buscan sacarnos del camino o, al menos, ponernos trampas para que podamos servir a Dios con excelencia, siempre estarán delante de nosotros. No podemos ser ajenos a esta realidad. Ahora bien, hay cinco enemigos del ministerio al que pueden sucumbir los hombres y mujeres que sirven en la extensión del Reino de Dios:

1.- ______________________________

2.- ______________________________

3.- ______________________________

4.- ______________________________

5.- ______________________________

Estos factores se suman a los problemas socio-afectivos de quien sirve en el ministerio, la mala mayordomía de lo que se ha recibido o se tiene a cargo y, por supuesto, no valorar el ministerio. Todo esto está ligado a la fundamentación moral y ética de quien milita en las filas de Cristo.

Cuando se cometen errores, esos errores empañan algo trascendente y valioso como es la proclamación de las Buenas Nuevas.

Cabe aquí resaltar lo que enseñó el Señor Jesús:

Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar.” (Mateo 18: 6 | RV 60)

Entonces, ¿quién o qué determinan lo correcto para el ejercicio ministerial? Nuestra brújula es la Palabra de Dios.

En el siglo VIII a.C., el profeta escribió una palabra que cobra vigencia en nuestro tiempo:

Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios.” (Miqueas 6: 8 | RV 60)

En el pasaje encontramos tres elementos que, de acuerdo con el texto, revisten singular importancia delante del Señor.

¿Podría describir cuál o cuáles de estos componentes aplica a su vida ministerial?

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Cuando un servidor de Cristo –sea hombre o mujer—aún se mueve bajo los parámetros del mundo, es necesario que someta el corazón a Dios para que Él ministre su vida y obre la transformación que necesita.

EL VERDADERO ENEMIGO MORA CON NOSOTROS

Con frecuencia atribuimos a satanás lo malo que nos pasa. Las tentaciones, los errores y los fracasos. Ahora, no dudamos que el enemigo es justamente eso: el adversario, pero pasamos por alto un enemigo peligroso y es el yo, aquel que mora dentro de nosotros.

En ocasiones y hasta tanto nos rindamos a Cristo, resulta difícil de controlar y de vencer pues anida en la mente, en nuestra propia naturaleza habituada al pecado y a movernos a kilómetros de distancia de los caminos de Dios.

Definamos primeramente ¿qué es la carne? No es solamente nuestro cuerpo físico, sino, también, nuestra naturaleza humana, nuestra naturaleza pecaminosa.

Esa inclinación fruto de la contaminación, es la consecuencia del pecado en el que incurrieron Adán y Eva y que heredamos (Cf. Romanos 5:12), ya que originalmente el género humano fue concebido libre de pecado, sin maldad, con una naturaleza que reflejaba una imagen semejante a la de Dios (Cf. Génesis 1:26-27)

De esta realidad debemos cuidarnos quienes servimos al Señor Jesucristo en la extensión de Reino, por varias razones que describimos a continuación:

1.- La carne es ________________ (Mateo 26:41)  

2.- En nuestra carne no ______________________ (Romanos 7:18)

3.- La carne ____________________ en las cosas de la carne (Romanos 8:5)

4.- La intención y los planes de la carne son ___________________________ (Romanos 8:7)

5.- La carne no puede ___________________ el Reino de Dios (1 Corintios 15:50)

6.- Lo que concibe la carne es ______________, es algo pasajero, es efímero (1 Pedro 1:24)  

Reviste significación que hagamos un alto en el camino y, si de aplicar pautas éticas se trata, que evaluemos cómo nos encontramos nosotros con respecto a estos seis aspectos que acabamos de enumerar.

Probablemente dirá usted: “Si he sido llamado a servir a Dios, ¿cómo es que sigo librando esas batallas?” Esa lucha entre las dos naturalezas está presente siempre, aún en los hijos de Dios (Cf. Gálatas 5:17; Romanos 6:21; 8:6).

Sea cual fuere nuestra posición a nivel ministerial, debemos tomar nota de este hecho inocultable. Es necesario reconocer que estamos muertos y crucificados juntamente con el Señor (Cf. Romanos 6:11; Gálatas 2:20)

La palabra de Dios nos dice que tenemos que hacer morir lo terrenal (Colosenses 3:5), es decir lo carnal en nosotros, pero no en el sentido de mortificación del cuerpo como muchos lo hicieron por años, es decir, martirizar el cuerpo con azotes, con golpes, con sacrificios, sino por medio del Espíritu Santo de Dios para hacer que fenezca lo terrenal en nosotros. Es necesario ser llenos cada día de la presencia del Espíritu Santo (Cf. Efesios 5:18)

Como hombre o mujer llamado al ministerio cristiano, debe atesorar en su corazón que se trata de un proceso de hacer morir lo terrenal en nosotros; algo que la palabra de Dios llama “Santificación” (Cf. 1 Tesalonicenses 4:3)

Por medio de Cristo la victoria de la salvación sobre la carne es completa, ya que no solamente ha salvado nuestras almas, sino también porque Él transforma y salva nuestro cuerpo por medio de la resurrección. (1 Corintios 15:52-54)

Sabemos que el pecado mora en nosotros y cada día de nuestra vida tendremos una lucha entre nuestra naturaleza carnal y nuestra naturaleza espiritual, pero nos asiste la certeza de que nuestro Dios, que comenzó la buena obra en nosotros, la perfeccionará cada día hasta que nos presentemos delante de él en la gloria eterna como leemos en Filipenses 1:6.

UN MINISTRO DE CRISTO, ¿NACE O SE HACE?

Viene aquí un interrogante poderoso. Y, decimos que poderoso y a la vez polémico, porque hay quienes se afincan en la formación académica como en el requisito sin el cual no se puede ejercer apropiadamente.

Desde esa perspectiva, se piensa que el ministro cristiano se hace. Pero, ¿por qué descartar que se nace con ese llamamiento?

Son dos elementos que ponemos sobre la palestra para la discusión, por supuesto, y no significa que el espacio de análisis ya este zanjado.

Ahora, consideremos que más que la capacitación académica—la que no desestimamos ya que de hecho usted está viviendo un proceso formativo en el Instituto Bíblico Ministerial–, se debe mantener íntima comunicación con Dios, el que nos llamó a su servicio. Son dos pilares que van de la mano. Quien tiene el llamado, debe someterse a un proceso de transformación en el que interviene directamente el Señor.

En esa dirección de ideas, el asunto de la ética juega un papel relevante.

Aquí es necesario recabar en el hecho de que el ministerio no es una profesión propiamente dicha, sino que obedece a una vocación que, a su vez, responde al llamamiento de Dios.

Secularmente se define una profesión como el nivel al que llega una persona que ha adquirido formación, ha desarrollado habilidades y posee los conocimientos necesarios para su aplicación práctica en su campo de acción.

Desde otra mirada, la vocación está ligada al principio de la fe afianzado con las convicciones.

Se puede tener una comprensión de su alcance a partir de las Escrituras (Cf. Isaías 6:8, Jeremías 1: 4, 5; Juan 3: 1.3; 1 Pedro 5: 2, 3)

La vocación, no lo olvidemos, responde a un llamamiento que, representa, su distintivo principal. 

CARACTERÍSTICAS DE LA VOCACIÓN MINISTERIAL

Si la vocación se dinamiza a partir de un llamamiento de Dios, tiene varias características que vale la pena tener en cuenta:

1.- Es un ______________________________

2.- Deja de lado ______________________________

3.- Es ______________________________

4.- Quien tiene vocación, sirve a ______________________________ y a los ______________________________.

5.- Quien es llamado ______________________________

6.- Demanda ______________________________

7.- Implica ______________________________

¿Podría describir cuáles de estas características le asisten como hombre o mujer llamado a servir en el Reino de Dios?

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En el Antiguo Testamento quienes respondieron al llamado, ejercieron como profetas y misioneros. En el caso de los profetas, tenían la responsabilidad de transmitir un mensaje de parte de Dios.

En el Nuevo Testamento, fueron llamados los discípulos y apóstoles, éstos últimos, plantadores de iglesias.

Los discípulos acompañaron al Señor Jesús en su ministerio terrenal y prosiguieron la tarea de proclamar las Buenas Nuevas en tanto prosiguieron con vida.


RESPUESTAS A LA LECCIÓN 4:


A continuación, encontrará las palabras o frases que requiere para llenar los espacios en blanco que aparecen en la Lección de hoy:

1.- Sexo

2.- Fama

3.- Dinero

4.- Poder

5.- Envidia

EL VERDADERO ENEMIGO MORA CON NOSOTROS

1.- Débil

2.- No mora el bien

3.- Piensa

4.- Enemistad contra Dios

5.- Heredar

6.- Vanidad

CARACTERÍSTICAS DE LA VOCACIÓN MINISTERIAL

1.- Servicio a la comunidad

2.- Intereses personales

3.- Voluntaria

4.- Dios, hombres

5.- Representa a Dios

6.- Compromiso

7.- Consagración


(C) Instituto Bíblico Ministerial de la Misión Edificando Familias Sólidas (Colombia)


 

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