La redención que nos libra de la condenación (Lección 2)

Cristo Jesús nos redimió de los pecados.

Nuestra historia en el pasado lucía ensombrecida. Lo más probable es que, al morir, hubiésemos estado destinados a la condenación eterna. Era la parte final de todo nuestro tránsito terrenal, cuando cruzáramos el umbral hacia la eternidad. Sin embargo, Dios en su infinito amor, decidió cambiar el curso de las cosas por la obra de Jesucristo en la cruz, como escribe el apóstol Pablo:

En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia” (Efesios 1:7 | RV 60).

La palabra redimir significa “rescatar, librar y comprar de nuevo”. Podemos descubrir su fundamento en Levítico 25:25–27 y 1 Corintios 6.20; 7.23.

La mejor ilustración para comprenderlo, es la de un artículo que se encuentra en una prendería. La única forma de rescatarlo (redimirlo), es pagando la suma de dinero por la que se empeñó el objeto más los respectivos intereses. De igual manera, el hombre, perdido en pecado y sin esperanza, por la gracia de Dios ha sido redimido por la sangre del Cordero.

Eso es lo maravilloso: Usted y yo no vamos a ir a condenación eterna. Jesús nos abrió una nueva puerta y delante de nosotros colocó una página en blanco para escribir los nuevos capítulos de nuestra existencia.

LA REDENCIÓN EN EL ANTIGUO TESTAMENTO

La redención comienza a prefigurarse desde el Antiguo Testamento, mostrando que la misericordia de nuestro Supremo Hacedor ha sido desde la eternidad. No quiso que ninguno de nosotros nos perdiéramos.

Dios dijo a los israelitas que los primogénitos machos le pertenecían a él. Pero les dio la oportunidad de redimir algunos de los mismos. Por ejemplo, ellos podrían “comprar” de manos del Señor un asno que era primogénito para utilizarlo en un sacrificio, a cambio de sacrificar (pagarle) un cordero. Así el precio de la redención del asno era un cordero.

Por favor lea Éxodo 13:11–13. ¿A qué primera conclusión puede llegar?

______________________________________________________________

______________________________________________________________

Pues bien, así, como el asno podía ser redimido si el dueño daba un cordero suyo a Dios, así el hombre perdido en el pecado fue redimido cuando el Padre ofreció su Cordero en la cruz. Para redimir al hombre caído (comprarlo de nuevo para sí), el Creador tuvo que dar a su Hijo unigénito.

Gracias a la sangre, somos posesión de nuestro. Sólo la sangre pudo obrar la redención. En pocas palabras, fuimos comprados a precio de sangre (Hebreos 10:4; 1 Pedro 1: 18-21) Para tener una mayor comprensión de este principio, le invitamos a leer estos pasajes bíblicos y a escribir la enseñanza que trae para su vida:

______________________________________________________________

______________________________________________________________

¿Y el hombre caído? No pertenece a Dios, sino al diablo y a la muerte. Su estado se describe en las siguientes palabras que leemos en Romanos 7:14:

______________________________________________________________

______________________________________________________________

Al rendirse al pecado, el hombre está condenado a vivir en el mundo sin la vida de Dios, miserable, desamparado. El final de su historia es la condenación a menos que aplique la sangre del Señor Jesucristo a su vida para que el Padre lo redima de la muerte espiritual.

LA SANGRE DE CRISTO NOS RESCATA DE LA MUERTE

Cuando hablamos de rescate, nos referimos al precio que se paga para recobrar o redimir algo para sí.

Al hombre le resulta imposible redimirse o rescatarse a sí mismos de la muerte espiritual, pues sólo la vida puede conquistar la muerte. En nuestras fuerzas limitadas no podemos conquistar a la muerte para ser redimidos. La única esperanza es que Dios mismo lo provea. Y lo hizo a través de Jesús el Señor.

¿Qué aprendemos al leer Mateo 20:28 y 1 Timoteo 2:5–6, y cómo aplica a la vida de todo aquél que cree?

______________________________________________________________

______________________________________________________________

Aquí es necesario insistir en que la redención sólo aplica en nuestra existencia, cuando la aceptamos por fe. Si pretendemos racionalizar lo que Jesús hizo en la cruz, siempre encontraremos motivos para dejar de lado o desestimar la grandeza de la obra.

Cuando creemos en la redención y el poder de la sangre de Cristo en la cruz, se produce algo maravilloso: somos sellados con el Espíritu de Dios y se nos asegura una eternidad con Él. Podemos entenderlo al leer lo que escribió el apóstol Pablo a los creyentes de Éfeso:

 Habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria” (Efesios 1:13–14).

Toda persona, donde quiera que se encuentre, puede ser redimida. Abrirle su corazón a Cristo lo hace posible. No hay limitaciones, basta creer.

Si alguno que conoce el plan de Dios y no se salva, es por su propia indecisión, duda o renuncia a creer, pues el Padre proveyó para la redención eterna de todo el género humano (Lea Apocalipsis 5:9).

¿Y qué ocurrió con aquellos que en el antiguo Pacto murieron pretendiendo ser aceptos delante del Creador? También los alcanza, como leemos en la Palabra:

Así que, por eso es mediador de un nuevo pacto, para que interviniendo muerte para la remisión de las transgresiones que había bajo el primer pacto, los llamados reciban la promesa de la herencia eterna.»(Hebreos 9:15 | RV 60)

Surge quizá un interrogante: ¿De qué pecados nos libra Dios? La respuesta la encontrará en Tito 2:14:

______________________________________________________________

______________________________________________________________

LIBRES DEL PECADO Y DE LA MUERTE

Cuando somos redimidos, se produce resultados maravillosos para nuestra vida personal y espiritual, con alcances para el presente y para la eternidad, que describimos a continuación:

1.- Somos libres del _______________________. (Hebreos 2:14–15; Romanos 6:14).

2.- __________________ con Dios. (Colosenses 1:21–23).

3.- Perdón de ____________________. (Colosenses 1:14).

4.- ____________________. (Romanos 3:24).

5.- ___________________. (Efesios 5:25–27; Tito 2:11–14; Hebreos 10:10, 14; 13:12.)

6.- Ciudadanía _______________. (Gálatas 4:5;Tito 2:14; 1 Pedro 2:9).

Para concluir le animamos a responder a unas sencillas preguntas que tienen respuesta en la Palabra de Dios y que le ayudarán a ampliar su horizonte de conocimientos sobre la redención:

¿De qué nos libró el Señor Jesús al morir en la cruz? Lea Gálatas 3:13; 1:4.

______________________________________________________________

______________________________________________________________

¿Cuál será el último enemigo en ser destruido de acuerdo con 1 Corintios 15:26; Oseas 13:14; Romanos 8:23?

______________________________________________________________

______________________________________________________________

¿Por qué motivo decidió Dios perdonar nuestros pecados? (Efesios 2:7).

______________________________________________________________

______________________________________________________________

¿Cuál es el lugar que, según Isaías 35:8–9, le espera a los redimidos?

______________________________________________________________

______________________________________________________________

Cristo nuestro amado Salvador, realizó una obra maravillosa en la cruz. Nos redimió de todo pecado, nos presentó justos delante del Padre y debemos vivir agradecidos con Él, porque recibimos la salvación por su infinito amor y gracia.


RESPUESTAS A LA LECCIÓN Nro. 2


A continuación, encontrará las palabras o frases que requiere para llenar los espacios en blanco que aparecen en la Lección de hoy:

Libres del pecado y de la muerte

1.- Dominio del diablo

2.- Dios

3.- Pecados

4.- Justificación

5.- Santificación

6.- Celestial


© Fernando Alexis Jiménez – Entrenador del Instituto Bíblico Ministerial.


 

Publicaciones Relacionadas