La vida emocional y la conciencia (Lección 3)

Los cristianos contristamos y apagamos el Espíritu Santo.

Avanzar hacia el conocimiento emocional interno, nos permite experimentar crecimiento en todas las áreas: en la relación consigo mismo, con la familia y con Dios. Ese es ya un paso agigantado en el proceso de transformación y de transferir principios y valores.

En ese orden de ideas el conocimiento emocional va de la mano con la inteligencia emocional. No es un asunto tan complicado.

El Señor Jesús enseñó:

“Y llamando á sí las gentes, les dijo: Oíd, y entended: No lo que entra en la boca contamina al hombre; más lo que sale de la boca, esto contamina al hombre. Mas lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina al hombre. Porque del corazón salen los malos pensamientos, muertes, adulterios, fornicaciones, hurtos, falsos testimonios, blasfemias. Estas cosas son las que contaminan al hombre: que comer con las manos por lavar no contamina al hombre.” (Mateo 15: 10, 11, 18-20| RV 60)

Cuando identificamos y llegamos a gestionar nuestras emociones, desarrollamos plenamente nuestras potencialidades y encontramos propósito para nuestra existencia.

¿Cómo se logra ese auto conocimiento? No podemos circunscribir el asunto a una simple ruta a unos cuantos pasos prácticos. ¿Por qué motivo? Porque conjuga nuestra disposición de examinarnos para cambiar y crecer, pero, también, el conocimiento que proviene de Dios cuando caminamos prendidos de Su mano y dependemos de Él.

“Para entender sabiduría y doctrina; Para conocer las razones prudentes; para recibir el consejo de prudencia, Justicia, y juicio y equidad; para dar sagacidad á los simples, Y á los jóvenes inteligencia y cordura. Oirá el sabio, y aumentará el saber; Y el entendido adquirirá consejo; para entender parábola y declaración; palabras de sabios, y sus dichos oscuros. El principio de la sabiduría es el temor de Jehová: Los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza.” (Proverbios 1: 2-7 | RV 60)

¿Cuál es el conflicto? Que fuimos formados para dudar de nosotros mismos, desestimar la intuición y buscar la aprobación o desaprobación de quienes nos rodean.

Si incurrimos en un equívoco, nos sentimos frustrados y desalentados e, incluso, sin fanas de dar nuevos pasos en el propósito que nos fijamos de cambiar y crecer en las dimensiones personal y espiritual.

EL CONOCIMIENTO INTERIOR

Los afanes de la vida nos mantienen bastante ocupados.  Esta situación lleva a que las emociones nos gobiernen y, como consecuencia, cometemos sinnúmero de errores: explosiones de ira, frustraciones, limitaciones o, quizá, el temor que nos impide seguir adelante.

En la Biblia leemos:

“Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” (Jeremías 17: 9 | RV 60)

Cuando aprendemos a conocernos interiormente, con ayuda de Dios, se abren puertas. De un lado superamos los obstáculos que encontremos a nuestro paso, barreras que en la mayoría de los casos hemos construido nosotros por un mal manejo de las emociones; de otra parte, iniciamos la ruta de ejercer una influencia transformadora con nuestra familia y las personas que nos rodean.

LA HONESTIDAD EMOCIONAL

El concepto de honestidad emocional no es nuevo. Ha existido desde el comienzo de los siglos. Forma parte de nuestra esencia cuando es cultivada a partir de principios y valores.

Ser honesto en el ámbito emocional demanda escuchar nuestro mundo interior, allí donde encontramos la guía para hacer lo correcto. En pocas palabras, la conciencia.

Puede que queramos hacer algo inapropiado. Sin embargo, esa conciencia interior nos guiará por el camino indicado. Ahí estamos hablando de honestidad espiritual.

En la Palabra leemos:

«El sabio de corazón recibirá los mandamientos; más el necio de labios caerá. El que camina en integridad anda confiado; más el que pervierte sus caminos será quebrantado… Camino a la vida es guardar la instrucción; pero quien desecha la reprensión, yerra… Los labios del justo apacientan a muchos, más los necios mueren por falta de entendimiento.» (Proverbios 10: 8, 9, 17, 21 | RV 60)

Esta fundamentación en principios y valores aflora por sí misma. Forma parte de nuestro ser. Es una cimentación que ha sido interiorizada y que produce transformación en la forma de pensar y de actuar.

Se necesita valor para reconocer nuestros sentimientos y los equívocos a los que nos han llevado muchas veces. Por ese motivo, el conocimiento interior reviste suma importancia y significación.

En un momento dado puede que piense que es difícil, pero no es tanto. Sin embargo, se materializa cuando sumamos el Cociente Intelectual (CI) con el Cociente Emocional (CE). Los resultados serán sorprendentes y maravillosos:

“Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre, y no desprecies la dirección de tu madre; Porque adorno de gracia serán a tu cabeza, y collares a tu cuello.” (Proverbios 1: 8, 9 | RV 60)

LOS SENTIMIENTOS SON IMPORTANTES

Si Dios nos creó con la capacidad de sentir, es porque ese mecanismo humano está revestido de importancia.

Estas manifestaciones del ser humano constituyen un complemente para la razón. No obstante, no es necesario racionalizar las emociones siempre. Recuerde que a veces actuamos inconscientemente.  

Las emociones dinamizan la vida y, si se gestionan apropiadamente, nos permiten avanzar siempre hacia nuevos niveles.

La comprensión de la inteligencia emocional lleva a ser cuidadosos al expresar nuestras opiniones, midiendo cuidadosamente el alcance de cuanto decimos. Esto está ligado a la honestidad emocional, es decir, saber decir las cosas en el momento oportuno y el día apropiado.

Mencionamos a continuación algunas de las características:

  • Permite una expresión abierta de cuando se piensa, sin prejuicios.
  • Hablar con sinceridad, sin necesidad de levantar la voz.
  • Hace posible mirar a los ojos al interlocutor.
  • Define un esquema en el que entendemos que no sirve de nada enojarse.
  • Mejora el autoconocimiento y la toma de decisiones.
  • Mejora el rendimiento laboral.
  • Protege y evita el estrés.
  • Mejora las relaciones interpersonales.
  • Favorece el desarrollo personal.
  • Otorga capacidad de influencia y liderazgo.
  • Favorece el bienestar psicológico.
  • Aumenta la motivación y ayuda a alcanzar las metas.
  • Ayuda a tener un mejor descanso.

Los líderes que ejercen una poderosa influencia en las personas que les rodean, no han dejado de lado el aspecto emocional. Por el contrario, no solo las han tenido en cuenta, sino que han sabido gestionar tales emocionales.

NO PODEMOS DESCONOCER LAS EMOCIONES

Las emociones afloran en todas las personas. Las emociones son una fuente permanente de energía motivación. El asunto está en procesar debidamente la información que percibimos, una vez procesada a través de las emociones.

Cuando tomamos conciencia de nuestras emociones, ganamos terreno. La tendencia, a partir de ese momento, será reaccionar con serenidad. Es Inteligencia Emocional en acción. Aplica, sin duda, a quienes profesamos fe en Jesucristo y nos proclamamos sus seguidores.

Muchas de nuestras reacciones podrían ser diferentes si tan solo nos tomáramos unos pocos segundos para pensar antes de reaccionar.

Cuando identificamos que caímos en el terreno de la reactividad, es decir, responder antes de procesar la información, entonces ha llegado el momento de aplicar ajustes al manejo emocional. Por supuesto, no en nuestras fuerzas, sino en el poder del Señor.

Uno de los termómetros es revisar el tono de voz con el que nos expresamos y quizá la agresividad velada que puede encerrar. En esa dirección, cuando alguien reacciona con violencia, nosotros debemos evaluar cuidadosamente la situación y no responder en el mismo nivel:

“La blanda respuesta quita la ira; más la palabra áspera hace subir el furor. La lengua de los sabios adornará la sabiduría; más la boca de los necios hablará sandeces. La lengua apacible es árbol de vida; más la perversidad de ella es quebrantamiento de espíritu. La boca de los sabios esparce sabiduría; no así el corazón de los necios.” (Proverbios 15: 1, 2, 4, 7 | RV 60)

Un buen consejo que vale la pena considerar, radica en evaluarnos diariamente para identificar en qué errores hemos incurrido y disponernos a corregirlos, con ayuda del Señor Jesucristo.

Actuar a la defensiva jamás será un buen camino. Tenga siempre presente que gestionar nuestras emociones nos permite humanizarnos y abrir mayores y mejores espacios para la interacción con otras personas.

LLEVE UNA BITÁCORA DIARIA DE LOS ASPECTOS A MEJORAR

Una técnica que rinde buenos resultados consiste en escribir en una libreta cuáles son las emociones que se desbordan con mayor frecuencia en nuestro ser. Con base en el listado, el paso a seguir es presentárselo al Señor Jesucristo en oración, confiados plenamente en que nos ayudará a experimentar los cambios necesarios.

Por supuesto, tanto las notas como el proceso a seguir, son para usted únicamente. Constituyen una buena forma de comprobar de qué manera los sentimientos y las emociones ejercen influencia en lo que hacemos.

De igual manera nos permite corroborar que las personas a nuestro alrededor piensan diferente y que, no por ese motivo, se convierten en nuestros adversarios contra quienes debemos reaccionar de manera virulenta.

Los apuntes tampoco deben servir de base para auto juzgarnos o preocuparnos por el qué dirán los demás. Sirve para aplicar ajustes a nuestra forma de pensar y actuar, con ayuda de Dios. Concluimos diciendo que este ejercicio de auto evaluación debe ser permanente. 

PREGUNTAS PARA REFORZAR LOS CONOCIMIENTOS

Hacer un alto en el camino y evaluarnos, además de retroalimentarnos, permite que afiancemos los conocimientos. Le animamos a responder los siguientes interrogantes:

Haga un listado de las personas que más hayan ejercido influencia en su vida. ¿Qué aspectos de esas personas le impactaron más?

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¿Qué grado de inteligencia emocional podría mencionar en esas personas? ¿Qué considera es lo más relevante?

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¿Nos hemos tomado el trabajo de evaluar nuestras reacciones?

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Si se evalúa emocionalmente, ¿es usted lo suficientemente honesto para reconocer que en ocasiones no ha sabido manejar sus emociones? ¿Cómo cree que podría mejorar la situación?

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¿Cómo aplicará a su vida cotidiana lo que enseña Proverbios 15: 1, 2, 4, 7?

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Fernando Alexis Jiménez | Instituto Bíblico Ministerial


 

 

 

 

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