Con frecuencia se desestima al Señor Jesús en las diferentes corrientes religiosas que han ejercido influencia a través de la historia y en nuestro tiempo. Se desconoce deliberadamente que la sustancia de Dios es la que identifica a Jesucristo como Dios.
Esta poderosa verdad la encontramos en la enseñanza del apóstol Pablo:
Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten…»(Colosenses 1:15-17 | RV 60)
Y también:
Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad…»(Colosenses 2:9 | RV 60)
¿A qué se debe de una realidad contundente? La respuesta está en el hecho de que infinidad de líderes religiosos y a quienes les siguen, les resulta literalmente imposible admitir la naturaleza divina de Jesús. En otras palabras, su condición de Dios.
Aun cuando haya basamento Escritural, riñe con sus concepciones teológicas, algunas de ellas sin analizar a profundidad como debiera ser antes de disponerse a enseñar lo contrario.
Es cierto, desarrolló un ministerio terrenal, pero sin dejar de ser Dios.
Algunas escuelas de los unitarios, arrianos y sabelianos, entre otros, consideran imposible la encarnación de la Deidad. Por ese motivo han tratado de explicarlo haciendo acopio de uno de los argumentos que giran alrededor de una trinidad mal entendida.
UN MISTERIO
El cristianismo histórico reconoce la encarnación de Dios como un misterio y no considera que se trate de una doctrina que encierre contradicción. Se fundamenta en las pruebas irrefutables que ofrece la Biblia.
En la Palabra encontramos pasajes interesantes en torno a las declaraciones que hizo el Señor Jesús sobre sí mismo. Por ejemplo: «Yo y el Padre uno somos.»(Juan 10:30 | RV 60)
La reacción de los judíos no se hizo esperar. Querían apedrearlo. No podían aceptar que siendo hombre, se hiciera igual a Dios (Juan 10:33 Cf. Juan 5:17, 18)
Incluso relata el apóstol Juan que Jesús debió salir huyendo (Juan 10:39)
Ahora, contraste lo anterior con el texto donde Jesús dijo:
… para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió.»(Juan 5:23| RV 60)
El teólogo, James Oliver Buswell, en el libro “Cristo, su persona y su obra”, señala:
“La afirmación de Jesús no indica que tuviera una relación con Dios, como la que tienen todos los hombres, es decir, ser creados a imagen de Dios; por esa razón se puede creer que es verdad cuando declara que Él estando delante de ellos, es Aquel que el Padre santificó y envió al mundo.”
Por supuesto, dado que es un misterio explicado por las Escrituras, quienes aún tienen el velo espiritual en sus ojos, no lo entienden y procuran explicarlo a su manera, así sea con errores.
DIOS SE HIZO HOMBRE
Una descripción maravillosa de la encarnación del Señor Jesús, la encontramos en la carta del apóstol Pablo a los creyentes de Filipos:
Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.»(Filipenses 2:5-8| RV 60)
En otras palabras, siendo Dios, se hizo carne. Aquí puede asaltarnos un interrogante respecto al por qué de esta decisión.
La respuesta es sencilla: no había otra manera en la que el género humano caído, pudiera obtener la salvación. La máxima expresión del amor del Padre.
Cuando se nuestro amado Salvador se encarnó, no renunció a su divinidad. Por ese motivo afirmamos que fue cien por ciento Dios y cien por ciento hombre. Él conservó todos sus atributos.
Él existía desde antes de todo lo creado porque es eterno (Juan 1:1-3; 17:5 ; Apocalipsis 1:8, 11; 21:6; 22:13)
Desde la antigüedad, Dios anunció su encarnación como podemos leerlo en Isaías 42:1-8y en un texto del profeta Jeremías:
En sus días será salvo Judá, e Israel habitará confiado; y este será su nombre con el cual le llamarán: Jehová, justicia nuestra.»(Jeremías 23:6 | RV 60)
Dios se hizo hombre para salvarnos. Es un maravilloso misterio que nos muestra el amor que ha tenido por todos nosotros.
Ejercicios para reforzar conocimientos
Cuando nos tomamos el trabajo de buscar en las Escrituras y comprobar lo que enseñan, sin duda lo que hemos aprendido hoy tendrá un nuevo refuerzo. Le animamos a leer cada pregunta, verificar el pasaje bíblico que citamos y, a continuación, compartirnos sus conclusiones:
1.- ¿Qué ocurrió cuando el Señor Jesús fue bautizado y qué dijo Dios el Padre en ese momento? (Para responder lea Mateo 3:16, 17; Marcos 1:10; Lucas 3: 21, 22; Juan 1:32-34)
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2.-Cuando se produjo la transfiguración del Señor Jesús, ¿cuál fue la expresión del Padre? ¿Por qué cree que lo dijo? (Para responder lea Mateo 17:5; Marcos 9:7; Lucas 9:35; 2 Pedro 1:17)
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3.- Cuando se acercaba la crucifixión, tanto el Señor Jesús como Dios Padre intervinieron. ¿Qué conclusiones puede sacar de la lectura de Juan 12: 27, 28?
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4.- Cuando leemos el texto de Filipenses 2:1-11, ¿qué podemos concluir?
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5.- Si leemos Isaías 42:1-8, ¿qué relación tiene el pasaje con la divinidad del Señor Jesús?
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© Fernando Alexis Jiménez – Entrenador del Instituto Bíblico Ministerial de la Misión Edificando Familias Sólidas (Colombia)