Principios para una vida cristiana victoriosa (Lección 10)

Si usted le pregunta a cualquier persona que halle a su paso, qué desea para su existencia, lo más probable es que le responderá que quiere experimentar una vida plena. Ahora, traslademos el escenario al diálogo con alguien que asiste a la iglesia, así sea que recién esté asistiendo  a las reuniones. Lo más probable es que le responda que anhela una vida cristiana victoriosa. Apenas natural. Es lo que aspiramos todos.

Por siglos, los creyentes en Jesús han deseado ser vencedores en su andar con Cristo. Comprensible, porque recibir a Jesús en nuestro corazón como Señor y Salvador, no es tanto como comprar un seguro contra todos los problemas. Por el contrario, es probable que las dificultades se incrementen. Y el deseo que anida en nuestro corazón es tener la fortaleza necesaria para vencer en todas las batallas.

Una vida victoriosa en Cristo está definida por una ruta práctica pero eficaz que compartimos con usted:

DISPOSICIÓN DE CORAZÓN

Nadie vive en victoria su vida cristiana, si primero no dispone su corazón. Es una decisión que debemos asumir. Dios no nos obliga, lo deja a nuestro albedrío. De allí que en su caminar encontrará a quienes simplemente se limitan a ir a los servicios dominicales en el templo. No oran, no leen las Escrituras, no asumen en su existencia principios y valores bíblicos.

Hallará que otros hacen su mejor esfuerzo, pero rápidamente se dan por vencidos. Los tropiezos de la vida los llevan al estancamiento o a volver atrás.

Y hay quienes disponen su corazón. Dios trabaja con esos creyentes para fortalecerlos en medio de las crisis. Los levanta para que sigan caminando. No quedarse en el suelo, es de hecho un distintivo de los vencedores en Cristo.

¿Qué debe hacer un cristiano que desea la victoria en cada paso que da en su nueva vida? Encontrará la respuesta en Juan 14:23. Escriba a continuación de qué manera le habló la Palabra:

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Otro elemento que reviste singular importancia, radica en cambiar nuestra forma de pensar. Los viejos patrones de vida deben cambiar, como lo enseña el apóstol Pablo en Romanos 12:1-2 y Filipenses 4:8. Medite en estos pasajes y escriba sus apreciaciones:

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Ahora, quizá se pregunte por qué deben producirse, con su disposición, tales cambios. Si lee Romanos 6:6-7 sabrá por qué. Reflexione en estos versículos y anote sus conclusiones:

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El Señor Jesús enseñó a sus seguidores, que en su existencia deberían hacerse evidentes ciertos distintivos:

  • Amarnos los unos a los otros (Juan 13:34-35)
  • Desechar las obras de las tinieblas (Romanos 13:12-14)
  • Limpiarnos de toda contaminación física y espiritual, fruto del pecado (2 Corintios 7:1)
  • Andar en el Espíritu y no satisfacer los deseos de la carne (Gálatas 5:16)
  • Poner nuestra mirada en las cosas celestiales, en lo eterno (Colosenses 3:1-4)
  • Permitir que Dios obre en todo nuestro ser (Colosenses 3:12-17)
  • Poner siempre los ojos en Jesús, autor y consumador de la fe y no en las circunstancias (Hebreos 12:1-3)
  • Permanecer firmes en medio de las pruebas, prendidos de la mano del Señor Jesucristo (1 Pedro 1:3-8)
  • Vivir conforme a la voluntad de Dios (1 Pedro 4:1, 2)

La vida cristiana victoriosa, entonces, comienza con la disposición de corazón. Cuando lo hacemos, estamos dando un paso de significación que nos llevará a crecer diariamente. Nuestra dependencia no estriba en nuestras fuerzas, sino en el poder de Dios.

DISPOSICIÓN A LA RENUNCIA

Lo que más se le dificulta a un creyente en Jesucristo, es renunciar a su vieja vida. No obstante, es imperativo que lo haga. De hecho, ya es una nueva criatura como lo enseña el apóstol Pablo en su carta a los creyentes de Corintio (2 Corintios 5:17)

Le invitamos a leer qué dijo el Señor Jesús a quienes querían seguirle. Lo encontrará en Marcos 8:34, 35. ¿Qué enseñan estos versículos a su vida? Deje sus anotaciones a continuación:

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También encontrará otra instrucción en el pasaje de Lucas 14:27. Medite en la enseñanza y escriba qué significa para usted:

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En alguna ocasión, el Señor Jesús les dijo a sus seguidores, tocante a la renuncia, que debían revisar sus prioridades. Y, por supuesto, que el primer lugar le correspondía a Él. Podrá encontrar la enseñanza en Mateo 10:37, 38. Sigue siendo así. Él debe ser quien gobierne nuestros pensamientos y acciones, como fundamento para ser cristianos victoriosos.

DEPENDENCIA DE DIOS

Cuando hay disposición para vivir conforme a la voluntad de Dios (Cf. Filipenses 3:7-11), iniciamos un proceso en el que no estamos solos. Si dependemos de Dios, Él nos asegura la victoria. Nos concede las fuerzas, la visión y el ánimo para proseguir (Hebreos 13:20, 21).

¿Es difícil? Puede que nos parezca, a primera vista, que cada paso resulta difícil. Sin embargo, al depender de Dios, es Él quien nos permite lograrlo. Le animamos a leer Filipenses 2:13 y escribir qué enseñó a su vida:

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Si dependemos de Dios, Él nos mostrará qué pasos debemos dar y nos guiará por el camino a seguir diariamente. Tome nota de los Salmos 51:10 y 143:10. Consigne a continuación qué aprende de los anteriores textos:

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Nuestro amado Padre celestial nos concederá las fuerzas que requerimos en cada nueva etapa. Es algo maravilloso porque, prendidos de Su mano, tenemos asegurado que no caeremos, y si llegara a ocurrir, Él nos levantará, como leemos en Isaías 40:30, 31.

DEJAR ATRÁS LA MUNDANALIDAD

Irónicamente cuando rendimos nuestra vida a Cristo, el enemigo espiritual nos ataca con mayor fuerza. Lo hace a través de las que sabe, son nuestras debilidades. La mundanalidad despliega toda su artillería. Y si no caminamos prendidos de la mano del Señor Jesucristo, lo más probable es que tropecemos y caigamos.

¿Qué debemos hacer? Renunciar a la mundanalidad. No permitirse ningún asomo  para satisfacer los deseos de la carne. Es fundamental para experimentar una vida cristiana victoriosa.

Hay tres pasajes de las Escrituras que le animamos a leer a continuación: 1 Juan 2:15-16, Tito 2:11-12 y Santiago 4:4. Medite cuidadosamente en esas porciones de la Biblia. Ahora anote sus apreciaciones en su condición de cristiano que desea andar como un vencedor:

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La Biblia enciende una señal de alerta contra el pecado de toda clase—pecados de pensamiento, palabra o hecho. Algunos de los pecados específicos mencionados en el Nuevo Testamento incluyen mentir, robar, pelear, usar palabras malas, inmoralidad sexual, emborracharse, el enojo descontrolado, la avaricia, el rencor y muchos más. A estas manifestaciones pecaminosas debemos renunciar, no en nuestras fuerzas sino en las que provienen de Cristo Jesús, nuestro amado Dios y Señor.

© Fernando Alexis Jiménez – Facilitador del Instituto Bíblico Ministerial de la Iglesia Misión Edificando Familias Sólidas (Colombia)

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