La Tolerancia es una palabra pequeña pero con un enorme significado. Su ausencia de nuestra vida cotidiana puede desencadenar grandes problemas; por el contrario, aplicarla, construye puentes hacia el diálogo y el entendimiento.
¿Lo había pensado así? Reflexione por un instante hasta qué punto al interior de su familia usted es un cónyuge tolerante, y también, un progenitor que no lleva las cosas al extremo cuando los hijos fallan, sino que, por el contrario, busca soluciones.
Si en medio de los problemas que pueden ser frecuentes y hasta previsibles en el hogar, usted quiere cambios en su pareja y en cada hijo, el primer paso es hacer un auto examen acerca de cómo anda su concepción y aplicación de la tolerancia, y disponerse a imprimir ajustes.
Una cosa es ser tolerante y otra, bien distinta, caer en la permisividad. Es un aspecto que debe tener claro si está avanzando, de la mano de Dios, en el proceso de cimentación familiar.
LA TOLERANCIA EN EL PROCESO DE TRANSFORMACIÓN
Es probable que al revisar la relación matrimonial espere ver cambios en la relación conyugal. Vamos un poco más allá: desearía que su pareja pensara y obrara de manera diferente. ¿Le pasó alguna vez esta idea por la cabeza? Lo más probable es que sí.
¿Qué nos enseñan las Escrituras cuando estamos afanados por el cambio de las personas que nos rodean, comenzando por el entorno familiar? Encontrará la respuesta en
Mateo 7:12.
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Expertos citados por la agencia Colprensa, señalaron lo siguiente:
Cuando se exige el cambio total del otro es porque no se acepta tal y como es a ese ser que se eligió para convivir. Es un error creer que cuando uno se casa puede cambiar al otro. Pensar, por ejemplo, que una vez vivan juntos él dejará de beber cada fin de semana. La persona no va a cambiar porque su pareja se lo diga o por la llegada de un hijo. Si alguien tiene que cambiar es por decisión individual. No es sano pretender que la pareja va a cambiar por mí. O amo a la persona como es o tomo decisiones frente a la relación. Si quiero cambiar en mi pareja toda su forma de ser estoy queriendo amar a un ser que no existe.” (Agencia Colprensa. 20/09/2015)
En todos los casos se debe partir de un presupuesto: es cierto, el cónyuge falla; pero yo, ¿acaso no cometo los mismos errores, o quizá mayores? Formularnos esa pregunta nos ayudará a encontrar la salida a los conflictos conyugales. Aceptar las fallas es el primer paso para experimentar cambios, con ayuda de Dios.
NO ES FÁCIL PERO TAMPOCO IMPOSIBLE
Aunque anhelemos desarrollar tolerancia y dar pasos hacia la búsqueda de soluciones cuando las cosas no andan bien, no es algo fácil. No se consigue de la noche a la mañana. Es progresivo. Compromete la decisión y perseverancia de los componentes de la pareja. No podemos darnos por vencidos fácilmente.
Cuando estamos dispuestos, como hombres y mujeres de Dios que se preparan para servir a Dios en el ministerio, a reorganizar las cosas en nuestro entorno familiar, debemos aprender un principio que le invitamos a descubrir en 1 Corintios 13:7. Escríbalo a continuación y aplíquelo a su vida:
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Decidirnos por el cambio, con ayuda de nuestro amado Dios y Padre, contribuye a mejorar la relación familiar. Constituye un paso que debemos dar, sin imprimir dilación a esa decisión.
Dentro de esas acciones que debemos emprender, es importante que consideremos el hecho de aceptar al cónyuge tal como es, sin criticarle. Cuando cuestionamos su proceder, y lo hacemos de manera inmisericorde, lo más probable es que agravaremos los problemas.
Recuerde siempre que la unión matrimonial se concibió para experimentar una vida plena, no para traernos el desasosiego, amargura e infelicidad mutuos.
NO CAIGA EN LA ESPIRAL SIN FONDO
Si hay algo que despierta un profundo dolor, es saber que una relación matrimonial está en franco deterioro. Y puede ser que esté en esa situación, camino hacia una espiral sin fondo, porque ha dejado de lado la tolerancia o, sencillamente, hasta hoy no había pensado en el asunto.
Es importante considerar el asunto por el daño emocional para los componentes de la pareja y por la carga traumática que encierra para los hijos.
El propósito original de Dios no fue el divorcio. Y más cuando los problemas se agigantan simplemente porque en uno de los componentes de la pareja hay intolerancia. La ruptura de un hogar jamás siquiera pasó por su mente. Por el contrario, lo que leemos en la Biblia es que nuestro amado Creador concibió una familia sólida.
Si no lo hemos logrado no ha sido porque Él lo ha querido así, sino por el orgullo que nos impide reconocer que lo necesitamos ocupando un lugar privilegiado en nuestra casa.
Tenga presente que el orgullo es un detonante de la intolerancia. Evidencia que no aceptamos la forma de pensar y de actuar de la otra persona, y no reconocer que hay muchas formas de ver la vida.
LA CLAVE PARA EVITAR EL DETERIORO FAMILIAR
Cuando nuestro anhelo es evitar que la relación conyugal entre crisis, es necesario alimentarla cada día. Una de las formas de hacerlo es desarrollar la tolerancia en nuestra forma de pensar y de actuar. Si no resulta fácil, como es apenas previsible, es importante buscar la ayuda de Dios para avanzar en el proceso.
Sé que resultará trivial que lo diga por el cúmulo de veces que se ha repetido, pero el amor hay que regarlo como a una plantita para que crezca y se mantenga firme.
Un segundo elemento son las revisiones periódicas. El propósito es identificar los errores y disponernos a corregirlos. Es algo imperativo. Si no lo hacemos, lo más probable es que la relación de los esposos irá desmoronándose hasta llegar al punto en el que la separación será inevitable.
Esas evaluaciones permiten, además, sacar de nuestro corazón todo aquello que podríamos tener en contra de nuestro cónyuge. Determinar el origen de los conflictos y qué relación tienen con una actitud intolerante de parte de nosotros.
Ligado a lo anterior, es importante disponernos a corregir y a perdonar. Si es necesario, comenzar de cero cada vez que logramos superar un tropiezo familiar. No guardar enconos en el corazón, que no contribuyen a nada.
El apóstol Pablo escribió al respecto:
El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue”. (1 Corintios 13: 4-8)
Le invitamos a descubrir los elementos que están conjugados en esta Escritura:
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En esta dirección se orienta el consejo de Gary Chapman, afamado autor y conferencista cristiano:
Si hemos herido a nuestro cónyuge, debemos reconocer que algo está mal y que la sola disculpa no es suficiente. También tenemos que hacer un plan para cambiar nuestra conducta con el fin de no lastimar nuevamente y de la misma manera, a la persona a quien amamos.” (Gary Chapman. Devocionales “Lenguajes del Amor”. 10/01. Tyndale House Publishers. 2012. EE.UU.)
Por supuesto, rescatar el matrimonio de la crisis en que se encuentra, amerita dos componentes:
- Reconocer que quizá ________________.
- Pedir a Dios que nos ayude a _________________.
UN NUEVO CAMINO PARA RESCATAR LA VIDA FAMILIAR
Si ha logrado identificar que su relación conyugal se encuentra estancada, hay que sacarla de ahí. Quedarnos inermes ante la realidad, agravará las cosas.
Si logramos la capacidad de admitir que hay dificultades, y nos disponemos a superarlas, seguramente lo lograremos con ayuda de Dios. ¡No estamos solos en esta tarea!
Evaluarnos de manera permanente, en un diálogo franco, pero en el que prime el amor, traerá como consecuencia reconocer errores, las causas y la disposición de corregirlas.
Esta sana costumbre nos ayuda a corregir motivos de infidelidad, quejas del uno hacia el otro, descubrir en qué aspecto estamos fallando como esposos o quizá como padres y, de paso, edificarnos para que el matrimonio crezca cada día.
Cuando anhelamos prepararnos adecuadamente para servir a Dios, reconocemos que nuestra relación conyugal debe estar en consonancia con el diseño de Dios. Lea 1 Corintios 7:3-5 y escriba cuáles son sus conclusiones:
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Lea este pasaje bíblico cuantas veces sea necesario. Puedo asegurarle que marcará un antes y un después en su relación conyugal. Evidencia que los esposos se pertenecen entre sí. Son el uno para el otro, de acuerdo con el modelo de Dios.
El escritor, Gary Chapman anota que:
El verdadero arrepentimiento comienza en el corazón. La decisión de cambiar demuestra que ya no presentamos justificación ni minimizamos nuestro comportamiento. En su lugar, aceptamos plenamente la responsabilidad de nuestros actos.” (Gary Chapman. Devocionales “Lenguajes del Amor”. 12/01. Tyndale House Publishers. 2012. EE.UU.)
Si evalúa esa apreciación con detenimiento, encontrará que es el paso inicial para que haya cambios profundos y sostenidos en la relación matrimonial.
BUSQUE SOLUCIONES EN DIOS
Cuando nos disponemos a reconocer errores, aceptamos la realidad de que las cosas no están bien y deben cambiar, y en nuestro corazón hay conciencia de que el propósito eterno de Dios es la unidad de la familia, nos dispondremos a buscar soluciones. Es algo inherente al amor auténtico en la pareja.
Las diferencias de criterio en la pareja no deben ser motivo de disensión y de ruptura. Por el contrario, es un paso fundamental para aterrizar y entender que somos seres distintos, que pensamos y actuamos de manera diferente sin que eso implique que no podamos compartir bajo el mismo techo.
Por supuesto, las crisis del matrimonio se pueden superar y dejar de lado el aburrimiento que nos despierta la relación conyugal. Todo esto es posible cuando le permitimos a Dios obrar en nuestro hogar.
LA COMPRENSIÓN MEJORA EL AMBIENTE FAMILIAR
Recabamos en un hecho: los problemas son inevitables en la relación familiar. Pueden surgir en la cotidianidad, con la pareja, o quizá con los hijos. Salen al paso cuando menos lo esperamos. Puede ser un gesto, una palabra, una reacción que tomó por sorpresa a la otra persona y le llevó a reaccionar. Y ahí está el disgusto.
El asunto complejo estriba en que las contradicciones que tienen lugar en la familia, pueden seguir una ruta que tiende a tornarse repetitiva y deja mucho daño a su paso: disgusto-herida emocional-enojo-disgusto-herida emocional. Si no lo detenemos a tiempo, la situación se tornará gigante.
Frente a esta realidad, caben dos posibilidades:
- ____________el conflicto familiar procurando resolverlo.
- ____________que los problemas se resuelven solos.
Si no hay sabiduría al abordar los asuntos, y más, si no contamos con Dios, es muy probable que el conflicto se dimensione.
El afamado autor Gary Rosberg escribe:
Cuando los círculos se dejan abiertos, los conflictos se acumulan y se apilan unos tras otros. El enoje acude. El lazo matrimonial se tensa. La amargura pesa en el corazón. Y dos personas que una vez estuvieron muy merca una de la otra, y muy conectados, llegan al nivel de rechazo mutuo cada vez más.” (Gary y Barbara Rosberg. “Matrimonios a prueba de divorcio”. Editorial Unilit. EE.UU. 2005. Pg. 100)
¿Qué actitudes causan heridas emocionales en los componentes de la familia? Relacionamos algunos factores:
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En ese orden de ideas, reviste particular importancia ser cuidadosos del trato que impartimos al cónyuge y a los hijos. No podemos olvidar que una herida emocional puede persistir por mucho tiempo.
LA COMPRENSIÓN Y LOS PROBLEMAS
Los problemas son inevitables en muchos de los casos y si bien es cierto, surgen cuando menos los esperamos, podemos darle un apropiado manejo.
Hay un texto enriquecedor que encontramos en las Escrituras, y que aplica apropiadamente a la relación familiar. Lo escribió el rey Salomón y dice:
Si fueres sabio, para ti lo serás; y si fueres escarnecedor, pagarás tú solo.” (Proverbios 9:12)
Sabiduría es aprender a manejar los hechos conflictivos. Podemos ser sensatos, en cuyo caso procuraremos resolver la situación, o tozudos, que daría lugar a esperar que el problema siga su propio curso. Jamás se resolverán, de eso puede estar seguro. Los conflictos familiares es necesario encararlos.
La única posibilidad de cerrar el ciclo de las heridas al interior de la relación familiar, es mediante el perdón (Cf. Mateo 18:21, 22) Debe entrar a operar el amor perdonador, el que todos los seres humanos tenemos la potencialidad para desarrollar con ayuda de Dios.
No desatienda un aspecto fundamental para perdonar y salir victoriosos en la relación familiar: El amor sincero y comprometido, que vela por los intereses del otro antes que de los propios. La comprensión, en ese orden de ideas, juega un papel fundamental.
Los autores, Stephen y Alex Kendrick, lo explican de la siguiente manera:
Tu calidad de vida se relaciona directamente con la cantidad de amor que fluye en ti y a través de ti hacia los demás. Aunque a menudo se pasa por alto, el amor vale mucho más que las riquezas, la fama, el honor u otras cosas. Estas cosas pasarán, pero el amor permanece. Puedes sentirte satisfecho sin las demás cosas, pero no si amor. La ausencia de amor deja un vacío demoledor. Cuando no está presente tu espiritualidad se vuelve superficial, tus obras benéficas se tornan egoístas y tus sacrificios poco sinceros.” (Stephen y Alex Kendrick. “El desafío del amor para cada día”. Grupo Editorial B&H. 2010. EE.UU. Pg. 1)
Un hombre o una mujer de Dios que ejerce un adecuado liderazgo familiar, genera seguridad en su cónyuge y sienta las bases para que— al crecer— sus hijos puedan hacer frente a la sociedad en la que les tocará desenvolverse y, al mismo tiempo, establecer sus propias familias.
Es una cadena. Si lideramos una familia sólida, en la que haya expresiones de amor, comprensión, tolerancia, ayuda, perdón y fe, sin duda ese mismo esquema es el que replicarán nuestros hijos en sus propios hogares, y a su vez, el patrón de comportamiento hogareño que vivirán nuestros nietos.
El apóstol Pablo lo planteó a los creyentes de Éfeso, en el primer siglo, con una enseñanza que cobra especial validez en nuestro tiempo:
…porque el marido es la cabeza de su esposa como Cristo es cabeza de la iglesia. Él es el Salvador de su cuerpo, que es la iglesia.” (Efesios 5.23. NTV)
El autor y conferencista internacional, John Piper, anota:
…el liderazgo de un esposo se expresa al tomar la iniciativa de asegurarse que la familia está protegida y atendida. De modo que la protección y la provisión no están separadas del liderazgo. Son dos áreas fundamentales donde el esposo está llamado a cargar con la responsabilidad principal.” (John Piper. “Pacto matrimonial”. Tyndale House Editores. 2009. EE. UU. Pg. Pg. 75)
Hemos perdido influencia en la familia en gran medida porque dejamos de lado la importancia de asumir el liderazgo. Y ese liderazgo no debe ser interpretado como imposición o un manejo dictatorial, sino más bien como el proceso de sentar principios y valores que ayuden a transformar el pensamiento y acciones del cónyuge y de los hijos.
EL EGOÍSMO CIERRA PUERTAS
El egoísmo se ha convertido en uno de los problemas familiares de fondo. Cada quien quiere hacer, al interior de la pareja, lo que quiere. Se desconoce que el otro es muy importante. Que no somos el centro del universo y que, la familia, funciona cuando hay unidad y sometimiento a Dios y Sus principios.
Renunciar a nuestros propios intereses para volcarnos hacia la familia, es una de las formas prácticas de aplicar la enseñanza de nuestro Señor Jesús cuando dijo:
Y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí.” (Mateo 10:38. La Biblia de Las Américas; Lucas 14:27)
Si deseamos fortalecer la familia, que la unión sea sólida y permanezca en el tiempo, es necesario ejercer un liderazgo como lo enseñó nuestro amado Salvador Jesucristo: De entrega y renuncia. Entrega, porque todos en casa merecen que demos lo mejor por ellos, y de renuncia, porque es necesario dejar de lado todo egoísmo.
La necesidad de recobrar el liderazgo familiar, partiendo de renunciar a principios egoístas y asumiendo compromiso con la pareja y con los hijos, es resaltada por el autor y conferencista, Alex Kendrick cuando escribe:
Demasiados hombres desperdician sus vidas. No conocen en realidad al Dios que dicen adorar y son incapaces de precisar para qué viven. Andan desganados e indecisos por la vida, perdidos espiritualmente en una niebla de confusión y apatía. Pueden decirte lo que harán este fin de semana, pero no tienen ni idea de cuál es su propósito en la vida o en la eternidad. En consecuencia, caen en una rutina mecánica y pierden el tiempo en asuntos triviales.” (Sthepen y Alexis Kendrick. “La resolución para hombres”. B&H Editores. 2012. EE.UU. Pg. 1)
La familia no puede seguir caminando hacia el abismo porque hay padres que no se preocupan por sus deberes familiares, porque descuidan a su esposa y prefieren ir a jugar billar o quizá al futbol, que pasar el fin de semana con sus hijos.
LO QUE DIOS ESPERA DE NOSOTROS
Para entender lo que Dios espera de nosotros, le invitamos a leer 1 Pedro 3:7. Escriba sus conclusiones:
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Para ser prácticos y contribuir a la edificación de una familia sólida, es importante tener en cuenta que este principio bíblico aplica a los dos. También otra pauta que nos traza las Escrituras. Para descubrirla, lea Efesios 4:31. Enumere qué debemos eliminar de nosotros:
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Lo más apropiado si queremos que todo marche bien en la relación conyugal, es revisarnos periódicamente. Primero a solas, luego en pareja. Compartir con nuestro cónyuge nuestras expectativas y escuchar las suyas.
Es cierto, no somos perfectos, pero podemos cambiar. Modificar esas actitudes hacia nuestra relación matrimonial, mejorando cada día, es posible cuando le permitimos a Dios que gobierne nuestra vida y familia. Sólo de esta manera damos pasos sólidos para que en el hogar haya comprensión, amor y edificación mutua permanente.
No podría despedirme sin antes invitarle para que le abra las puertas de su corazón a Jesucristo. Cuando lo hacemos, emprendemos el proceso de crecimiento personal, espiritual y familiar que tanto hemos anhelado. ¡Decídase hoy por Jesucristo!
RESPUESTAS A LA LECCIÓN Nro. 5
A continuación, encontrará las palabras o frases que requiere para llenar los espacios en blanco que aparecen en la Lección de hoy:
La clave para evitar el deterioro familiar
1.- Comprensión
2.- Tolerancia
3.- Diálogo
4.- Perdón
1.- Hemos fallado
2.- Encontrar soluciones
La comprensión mejora el ambiente familiar
1.- Evaluar
2.- Pretender
1.- La apatía
2.- La indiferencia
3.- La falta de amor
4.- El mal trato.
Lo que Dios espera de nosotros
1.- Amargura
2.- Enojo
3.- Ira
4.- Gritos
5.- Maledicencia
6.- Malicia
© Fernando Alexis Jiménez – Entrenador del Instituto Bíblico Ministerial de la Misión Edificando Familias Sólidas (Colombia)