Todos estamos expuestos a las tentaciones. Llaman a la puerta cuando menos lo esperamos. El asunto no es que nos asalten las tentaciones, sino la forma de afrontarlas.

En el momento más crítico de su existencia, horas antes de ser sacrificado, el Señor Jesús fue al Padre en oración. Y una de las recomendaciones que hizo a sus discípulos, es que oraran para no caer en tentación:
«Y salió, como solía, al monte de los Olivos; y sus discípulos también le siguieron. Y cuando llegó a aquel lugar, les dijo: Orad que no entréis en tentación.» (Lucas 22: 39, 40 | RV 60)
Al leer estas palabras, aprendemos varios aspectos importantes que nos invitan a reflexionar sobre nuestra propia vida espiritual. En esa dirección, le animamos a considerar cuatro aspectos que contribuirán a nuestro crecimiento personal, espiritual y familiar.
1. La importancia de la oración
Jesús, a pesar de saber lo que le esperaba, se dirige al monte de los Olivos con sus discípulos para orar. La oración es la manera en que Jesús se prepara para enfrentar lo que viene, buscando fuerza y dirección del Padre.
La escena nos recuerda la necesidad de la oración en nuestras propias vidas, especialmente en momentos de dificultad o incertidumbre. La oración no solo es un acto de adoración, sino una forma de fortalecernos y de buscar la voluntad de Dios en medio de las pruebas.
2. El desafío de la tentación
Jesús advierte a sus discípulos: «Orad que no entréis en tentación«. La tentación no solo se refiere a la tentación de pecar, sino también a la tentación de abandonar la fe en momentos de dificultad o desesperación.
En nuestra vida cotidiana, las tentaciones pueden ser muchas: dudas, miedos, preocupaciones. Jesús nos invita a orar para que podamos resistir estas tentaciones, para que nuestro espíritu esté preparado y no caigamos en la desesperación.
3. La constante lucha entre la carne y el espíritu
Este pasaje también refleja la lucha interna que Jesús vivió, pues, aunque en su humanidad sentía el peso de lo que iba a suceder, su obediencia al Padre era su fuerza.
La carne, la debilidad humana, siempre nos lleva a dudar o temer, pero el espíritu, fortalecido por la oración, nos permite mantenernos firmes. Es un recordatorio de que, aunque enfrentemos dificultades, podemos encontrar en la comunión con Dios la fuerza para seguir adelante.
4. La comunidad y el acompañamiento
Jesús no va solo a orar; lleva consigo a sus discípulos. Aunque ellos no logran mantenerse vigilantes en oración, Jesús no los abandona. La importancia de la comunidad es fundamental. En nuestra vida cristiana, no estamos llamados a caminar solos. Necesitamos el apoyo mutuo, la oración compartida y la responsabilidad entre hermanos en la fe para no caer en la tentación.
En conclusión, este pasaje nos invita a seguir el ejemplo de Jesús: orar constantemente, estar alertas a las tentaciones y apoyarnos unos a otros en nuestra vida espiritual. La oración es nuestra mayor defensa en los momentos de prueba, y la fuerza para seguir adelante proviene de la conexión constante con Dios.
SALVACIÓN POR GRACIA
Ahora, hablando de Dios. ¿Ya se acogió a la gracia perdonadora de Dios? Él nos ofrece la oportunidad de experimentar perdón, cambio y crecimiento.
¿Es por nuestros méritos? Sin duda que no. Es por la gracia divina. En la cruz, Jesús pagó por todos nuestros pecados. Con su sangre, limpió nuestros pecados y nos ofrece una nueva vida.
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Fernando Alexis Jiménez es ministro ordenado y sirve a Dios en la Misión Edificando Familias Sólidas. Desde el 2016 dirige el Instituto Bíblico Ministerial. Transmite diariamente el Programa Vida Familiar.
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