Conforme un equipo de liberación (Lección 7)

Prepárese en el tema de la Guerra Espiritual.

El servicio avanzaba con mucho entusiasmo. Cánticos, aleluyas en el ambiente, uno que otro “Amén” gozoso y el grupo de alabanza en uno de los mejores momentos, rindiendo todos sus talentos al Señor Jesús.

En medio de la concurrencia una mujer gritó. Un sonido lastimero. Un silencio que se podía palpar, invadió el templo. Los gruñidos y blasfemias de la señora proseguían. Dos ujieres le condujeron al cuarto de oración. Rápidamente cinco cristianos se dieron cita en el lugar. Cada uno gritaba y ordenaba una cosa diferente. Hasta el mismo diablo que iba a ser expulsado, estaba confundido. ¡No sabía a quién prestarle atención!

El pastor intervino, apenas se desocupó. “Por favor, hermanos: Dios es un Dios de orden. Hay autoridad en el creyente, pero debemos ministrar con orden.”

Nadie dijo nada, pero el diácono Rafael salió a casa, presuroso, para cuestionar al pastor, argumentando que no se les permitía ejercer el ministerio.

Fueron necesarias varias reuniones para que quedara claro entre los miembros de la congregación, que ministrar liberación a los cautivos no era tanto como gritar y ordenarle al demonio que se fuera, sino que los propios ministros debían estar debidamente preparados, trabajar como equipo y reunir las características propias de un cristiano comprometido.

MINISTROS PREPARADOS PARA LA LIBERACIÓN

Todos los cristianos fuimos llamados a librar la batalla contra el mundo de las tinieblas, hasta alcanzar la victoria; sin embargo, el Adversario es muy hábil y conoce quién es quién. Por esa razón es fundamental que estemos debidamente preparados.

La autora y evangelista, Mary K. Baxter, señala que:

Se requiere un entrenamiento riguroso, la experiencia y la determinación de soldados armados para emprender un combate espiritual hasta obtener la victoria. Yo me pregunto cuántos veteranos de combate estarían dispuestos a contarle a usted las historias de soldados caídos que llegaron a ser complacientes y dejaron de vigilar después de haber estado en el campo de batalla por algún tiempo. De igual manera en el reino de lo espiritual sinnúmero de ellos han sido “heridos” o “muertos” porque pensaron que, puesto que lo habían logrado hasta ahora, el resto del camino sería fácil. El cristiano no podrá sobrevivir a menos que se ponga toda la armadura de Dios para la guerra espiritual, no nos expondremos a un riesgo innecesario.” (Baxter, May K., “Una revelación divina sobre la guerra espiritual”. 1991, páginas 89, 90)

En todos los casos y dependiendo del caso que amerite liberación, el esquema de cuántos participarán, puede variar, pero generalmente un Equipo lo integran de cuatro a cinco personas y en el momento de impartir instrucciones, es recomendable que lo hagan una o dos personas únicamente. Lo que puede ocurrir es que todos sientan “que el Espíritu Santo les está guiando sobre qué hacer”, y además de confusión, reine la dispersión de esfuerzos.

Es necesario reafirmar que a una mujer no deben ministrarla hombres únicamente y viceversa. Es necesario que en el equipo haya hombres y mujeres.

¿Qué hacer cuando se está ministrando? Es esencial que primen las siguientes características del equipo:

  • Sujeción al líder o líderes que estén al frente ministrando liberación.
  • Ser sensibles y obedientes a la voz del Espíritu Santo
  • Unidad en el equipo, ni críticas ni envidia a quien esté liderando, porque Satanás toma ventaja de la disensión.
  • Tener claro que el Adversario y sus huestes son nuestros enemigos, ya que el diablo sólo vino a “…matar, hurtar y destruir…” a la creación de Dios: usted y yo, y que sólo nuestro amado Señor Jesús vino a traer vida, y vida en abundancia (Cf. Juan 10:10)
  • Ministrar bajo el convencimiento que nos movemos en la autoridad de Jesucristo y que “…para esto ha venido el Hijo de Dios: para deshacer lo hecho por el diablo.” (1 Juan 3:8, versión Dios habla hoy)
  • No temer, bajo el convencimiento de que Satanás “…el que manda en este mundo… ya ha sido condenado.” (Juan 16:11, versión Dios habla hoy)
  • Como cristianos y cristianas, tener el convencimiento de que tenemos autoridad y pleno respaldo del Señor Jesús, tal como Él lo enseñó a sus discípulos: “Os he dado poder para que pisoteéis serpientes y alacranes, y para que triunféis sobre toda la fuerza del enemigo sin sufrir ningún daño.” (Lucas 10:19, versión Dios habla hoy)

Satanás es muy hábil para engañar. Recuerdo en cierta ocasión que un grupo de hermanos estaba ministrando liberación a una joven endemoniada. Era domingo y teníamos dos servicios matinales, por lo que iba de un lado a otro. Al dirigirme a un piso superior, la persona endemoniada me miró fijamente: “Pastor Fernando— dijo el demonio a través de ella —: Usted es más comprensivo. Dígales que no estoy endemoniada sino con un problema mental. Dígaselos, por favor, a usted la prestarán atención.”

Personalmente debo confesar que dudé por unos segundos. Me asaltó la inquietud que no se tratara de alguien con problemas mentales, como decía en efecto. Cuando me acerqué a ministrarle, me miró con odio y evidenció que había utilizado una estrategia para procurar que se le dejara de ordenar a los demonios que salieran de ella.

Ahora, quienes forman parte del Equipo deben tener claridad en tres aspectos esenciales:

1.- Sacar tiempo para el Ministerio

Ser cristiano comprometido en el Ministerio de Intercesión y Guerra Espiritual demanda nuestra consagración y dedicación al Reino de Dios, sin estar preocupados por el paso del tiempo. No se ejerce liberación de los cautivos para obtener visibilizarían al interior de la iglesia ni para alimentar el orgullo propio. Nuestro amado Salvador Jesús pasaba mucho tiempo ocupado en el ministerio, sin buscar reconocimiento: “De allí pasó Jesús a la región de Tiro. Entró en una casa sin querer que se supiera, pero no pudo ocultarlo.” (Marcos 7:24, versión Dios habla hoy)

2.- Disposición y fortaleza para ser guerreros

No es asunto de involucrarse en el ministerio y luego sacar excusas. Hay que ser batalladores constantes, decididos, sabiendo que el Reino de Dios lo arrebatan los valientes. Sabemos que hay autoridad en nuestras vidas para ministrar y es menester hacerlo: “También expulsaron muchos demonios y sanaron a muchos enfermos ungiéndolos con aceite.” (Marcos 6:13, versión Dios habla hoy)

3.- Perseverancia en el ministerio

Hay quienes, ante las primeras arremetidas del enemigo, antes que confrontarlo y echarlo fuera en el nombre de Jesucristo, salen corriendo buscando ayuda. Usted y yo como guerreros de intercesión seguimos adelante, perseverando, como enseñó el Señor Jesús: “Jesús les contó una parábola para enseñarles que debían orar siempre y no desanimarse.” (Lucas 18:1, versión Dios habla hoy)

VISTIENDO LA ARMADURA DE DIOS

Para el cristiano que asume su reto como Ministro de Liberación y quienes le acompañarán en el equipo, es esencial que vista la armadura, descrita en Efesios 6:13-18. Recuerde que no es una cobertura que nos colocamos cuando vamos a ir a la batalla, sino que se fortalece en nuestras vivencias diarias, con una dependencia de nuestro amado Dios y Padre celestial. Cuando estamos debidamente cubiertos, los ataques y dardos del enemigo no podrán afectarnos.

El apóstol Pablo instruyó al respecto, con los siguientes términos: “Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar.” (Efesios 6:13) No podemos desconocer que, tal como lo aprendemos en Efesios 5.16, los días son malos y debemos estar preparados siempre.

El objetivo de colocarnos la armadura es que podamos estar firmes (Cf. Efesios 5.14) para la batalla que libramos contra Satanás y sus huestes en el mundo espiritual de maldad. Recuerde que tal como lo advierte el apóstol Pablo: “Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar aquel que lo tomo por soldado.” (2 Timoteo 2:4)

La lucha es constante, y debemos estar inmersos en ella, hasta que regrese nuestro amado Señor y Salvador Jesucristo.

Para tener una comprensión mayor de qué es y qué significa la armadura del cristiano, la describimos en el siguiente cuadro:

LA ARMADURA DEL CRISTIANO PARA LA BATALLA ESPIRITUAL (Efesios 6:13-18)

COMPONENTE

FUNCION

CINTURON (Efesios 6:14b) Ceñidos los lomos con la verdad. Todo cristiano que desea ganar la batalla contra el enemigo debe de comenzar con la verdad.

En Proverbios 23:23 dice: “compra la verdad y no la vendas”. La verdad es Cristo, La verdad no es un destino, ES UN CAMINO. La verdad es el evangelio. La verdad es la base principal del creyente.

Andar en mentira es andar en pecado. Desechando toda mentira que interfiere en la ministración.

LA CORAZA (Efesios 6:14c) Vestidos con la coraza de Justicia. Uno de los requerimientos más importantes para el creyente es la Justicia. Justicia es símbolo de santidad, de vida (esta sobre el corazón y los órganos vitales), de rectitud. La Justicia es una característica de Dios, la cual el creyente debe poseer. –

Filipenses 1:11 dice «llenos de frutos de justicia que son por medio de Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios».

Es un mandamiento buscar y obtener la justicia de Dios. «Buscad primeramente el reino de Dios y su Justicia». La justicia en el creyente le ayuda a andar en amor. (I Corintios 13)

EL CALZADO (Efesios 6:15 ) Simboliza firmeza espiritual . El Cristiano está mandado a “estar firme”. Este calzado especial del soldado romano, estaba diseñado con ganchos especiales para lograr eso mismo, para que el cristiano no caiga. También se presenta como uno que está listo para llevar el mensaje del evangelio.

Calzados los pies con el apresto de la paz. El creyente debe de estar siempre preparado para llevar el evangelio de Cristo el cual es paz.

Jesucristo dijo: “Mi paz os dejo, mi paz os doy, no como el mundo la da yo os la doy» . Es interesante ver como en medio de la lucha y la batalla, se espera que el cristiano tenga y lleve las buenas nuevas de paz a otros. Esto es agradable ante Dios. (Cf. Isaías 52:7)

EL ESCUDO (Efesios 6:16 ) Sobre todo, tomad el escudo de la fe para apagar los dardos del maligno. La fe es un arma de defensa y protección para el creyente. Y es un requerimiento para todos los que son cristianos. Hay versos bíblicos que sin duda nos motivan a tener fe:

a. “Sin fe es imposible agradar a Dios”.

b. Es pues la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Hebreos 11:1.

c. Un poco de fe mueve montañas.

d. Ejemplos de vencedores de la fe: Hebreos 11

EL YELMO (CASCO) El yelmo (casco) cubre la cabeza. Pablo le está hablando a los creyentes para que no dejen que el diablo ponga dudas en su cabeza acerca de su salvación y pensamientos inicuos que lo alejen de Dios. Muchas de las batallas del cristiano son libradas en la mente. Con el casco sobre su cabeza tipo espiritual de la esperanza de salvación. I Tes. 5:8. En medio de una guerra espiritual el cristiano debe de tener la seguridad de su salvación. En tiempos difíciles es fácil el dudar de nuestra salvación y podemos a llegar a creer que no somos salvos.
LA ESPADA (Efesios 6:17b) Tomad la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios. La espada es la única arma de ofensa del cristiano, La Biblia. Es necesario que el cristiano conozca la Palabra de Dios para que pueda atacar al enemigo cuando llegue el día malo, sepa usar la verdad de la Palabra para derrocar las fortalezas del enemigo. La Palabra de Dios sirve tanto de aliento para el creyente como para atacar al enemigo.
LA ORACIÓN (Efesios 6:18 a) Orando en todo tiempo. El creyente esta llamado a orar sin cesar. Cuando Pablo comienza a hablar acerca de la lucha espiritual, no ordena a buscar la fortaleza en el Señor y en el poder de su fuerza. La oración constante es la única manera en la cual el creyente puede fortalecerse espiritualmente. La oración debe de estar presente antes, durante y después de la batalla espiritual.
VELAR SIEMPRE (Efesios 6:18b) Velando con perseverancia y suplica por los santos . La vigilancia es muy importante en la vida del soldado. Un soldado (ejercito) que está en vela, no podrá ser sorprendido y destruido fácilmente. El creyente que está en continua vigilancia podrá identificar cuando el enemigo está planeando un ataque y/ o se dará cuenta cuando está siendo atacado, y podrá rápidamente contraatacar.

Usted como ministro de liberación junto con su equipo, deben avanzar juntos, en victoria, tomados de la mano del Señor Jesús que es nuestro poderoso capitán, vestidos siempre con la armadura de Dios provista para el triunfo del cristiano. Recuerde el texto que debe siempre animarnos en esta labor: “Pues, aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo.” (2 Corintios 10:3-5)

Si estamos preparados apropiadamente, tenemos asegurada la victoria en estas batallas por traer libertad a los cautivos en el nombre y el poder de Jesucristo.

EL CANDIDATO A LIBERACIÓN DEBE SER PREPARADO

El más sorprendido fue el joven Ricardo cuando su mensaje, en pleno centro del pueblo, en la plaza sobre un costado del edificio del ayuntamiento, lo interrumpió un hombre que empezó a emitir chillidos, cada vez con mayor intensidad.

Los creyentes que le acompañaban y quienes, consideraron en un comienzo que era buena idea ir al poblado más cercano a predicar a Jesucristo, pensaron por un instante que acababan de “alborotar un avispero.”

— Siga predicando… No se detenga — , instruyó el diácono Hugo Rafael.

— ¿Qué hacemos? — , preguntó Alberto.

En ese instante Ricardo recordó los Evangelios, aquellos por los que había pasado una y otra vez. Miró a uno de sus acompañantes en ese culto relámpago: “Minístrele liberación allí, junto a aquella caseta”, dijo y a quienes se percató que experimentaban mareos o no podían tenerse en pie, les invito para que recitaran con él una oración en la que recibían a Cristo como Señor y Salvador de sus vidas, y renunciaban a toda relación con el mundo de lo oculto.

— No esperaba que se produjera un incidente así— me dijo días después alrededor de una mesa con café y pandebonos recién horneados —. Por un instante no sabía qué hacer, hasta que decidí que se ministrara liberación a todos —.

Juntos repasamos en mi vieja Biblia los versículos que sirven de basamento para ser impartir en el nombre y autoridad de Cristo libertad a nivel individual pero también en grupo, cuando se da la situación.

PROCLAMACIÓN DE LAS BUENAS NUEVAS Y LIBERTAD A LOS CAUTIVOS, DE LA MANO

Cuando nos damos a la tarea de estudiar los Evangelios y específicamente el ministerio del Señor Jesús y sus discípulos, encontramos una estrecha relación entre la proclamación de las Buenas Nuevas y la liberación a los cautivos por Satanás. Es por esa razón que, obedeciendo a una bien planeada acción, Satanás y sus huestes llevan a que ministros evangélicos se conviertan en blanco de críticas y hasta de burlas por unir evangelización y liberación. Otra estrategia es avivar la ignorancia sobre el tema de los demonios entre los cristianos y hasta el temor, de tal manera que muchas personas con quienes hablo— que se profesan cristianas — , argumentan: “De esos temas no me gusta hablar mucho.”

Siempre me pregunto, ¿qué hacen entonces cuando se encuentran con un endemoniado en momentos en que están predicando a Cristo?

Otras personas esgrimen muchos argumentos para desvirtuar la necesidad de romper las cadenas que atan a las personas. Aquí es necesario recabar en un asunto. Quienes están poseídos por Satanás son aquellas personas que no tienen a Jesucristo en su corazón y por tal motivo, no mora el Espíritu Santo en sus vidas. ¿Y qué de los cristianos? Si abren puertas al enemigo, él establece fortalezas en su mente y ejerce influencia en una o varias áreas de tales personas, procurando inicialmente ganar terreno en su mente para ir progresivamente colonizando el resto del cuerpo.

En todos los casos se ponen de manifiesto dos realidades: la primera, la existencia del Reino de Dios, que se extiende en la medida que le abrimos el corazón para que obre en nuestro ser, y la segunda, la realidad del Reino del mal, o de las tinieblas.

Otro aspecto que es importante resaltar, es que la liberación de demonios sólo se menciona en el Nuevo Testamento. En el Antiguo pacto no encontrará nada relacionado con autoridad para echar fuera estos habitantes indeseables y altamente perjudiciales.

Ahora, como ministros de liberación usted y yo debemos estar preparados para enfrentar críticas y burlas por nuestro desenvolvimiento en la predicación de la Palabra y puesta en libertad de quienes están cautivos, ejerciendo la autoridad que Cristo nos delegó.

Recuerde que en el Evangelio leemos que Él comisionó a sus discípulos y nos comisiona a nosotros hoy, para romper las cadenas: “Reunió a sus doce discípulos y les dio autoridad para expulsar a los espíritus malignos y sanar toda enfermedad y toda dolencia.” (Mateo 10:1, Nueva Versión Internacional)

Observe que liberación de la cautividad satánica y sanidad de enfermedades, van de la mano. Algunas enfermedades, como he insistido a lo largo del libro, son el producto del deterioro normal del organismo, pero otras afecciones son el producto de la posesión o influencia demoníaca. Apenas la persona es libre, generalmente y si se dio éste segundo caso, quedan sanas de cualquier dolencia.

Tenemos autoridad y es menester que la ejerzamos. El mundo necesita que vamos a proclamarles la obra redentora.

Hay dos formas de ministrar liberación. Una, es de manera individual, aspecto que abordamos a continuación, y la segunda, es de forma colectiva, tema que tocaremos hacia el final del Capítulo.

¿QUÉ DEBE TENER CLARO QUIEN SERÁ LIBERADO?

La persona a quien se va a ministrar liberación en el nombre y en el poder de Jesucristo, debe tener claridad en torno a cuatro aspectos:

  • Por la obra redentora de Jesucristo, somos hijos de Dios: “A todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.” (Juan 1.12; cf. 1 Juan 3.1) Si hemos recibido a Cristo en el corazón, le pertenecemos al Señor, no al diablo.
  • Todos los pecados del ayer nos fueron perdonados por Dios cuando aceptamos a Jesucristo como Señor y único Salvador. Dios “arroja al fondo del mar todos nuestros pecados.” (Miqueas 7:19, Nueva Versión Internacional)
  • Al ser hijos de Dios, no hay razón para que estemos bajo ataduras por la fuerza del mal. “Conoceréis la Verdad, y la Verdad os hará Libres…” (Juan 8:32)
  • Satanás ya no tiene autoridad sobre la vida de quien tiene a Cristo en el corazón porque el Señor Jesús murió en la cruz y quitó todos nuestros pecados y ataduras. La Biblia dice que “Él anuló esa deuda que nos era adversa, clavándola en la cruz.” (Colosenses 4.14, Nueva Versión Internacional)

Ahora, cuando hay claridad sobre lo que Dios ha hecho, llevándonos de la esclavitud a la libertad, es esencial que quien va a ser liberado reconozca que por la obra de Jesús en la cruz, sólo Dios le puede hacer libre de la influencia o posesión demoníaca.

DESPOJÁNDOSE DEL EQUIPAJE

Aun cuando muchas personas pongan en tela de juicio la conveniencia de que quien está atado por Satanás haga decisión de fe por Jesucristo, considero que es oportuno. Es abrirle paso al Salvador, nuestro amado Señor Jesús. Ahora, en caso de que se manifiesten los demonios, queda el camino despojado para echarlos fuera, al mundo de las tinieblas al que pertenecen.

En ese proceso, es necesario que la persona se “despoje del equipaje”. Y en cinco pasos, se da ese aligeramiento de lo que sobra:

1.- Confiese sus pecados

Hasta tanto no se confiesen todos los pecados delante de Dios, el Adversario espiritual tendrá “derecho legal” para seguir poseyendo o influenciando a la persona. El apóstol Juan escribió que “Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad.” (1 Juan 1:9, Nueva Versión Internacional)

Recuerde que hay a personas a quienes Satanás mantiene atados, recordándoles todos sus pecados, incluyendo los ocultos por supuesto, para hacerles cree que no podrán ser libres.

2.- Arrepiéntase con sinceridad

Hasta tanto haya arrepentimiento sincero en la persona, podrá ser libre. Es esencial que se reconozca la magnitud del error cometido y la grandeza de la misericordia de Dios: “Quien encubre su pecado jamás prospera; quien lo confiesa y lo deja, halla perdón.” (Proverbios 28:13, Nueva Versión Internacional)

Hay pecados que no son fáciles de abandonar porque se han convertido en verdaderas fortalezas; sin embargo, en el poder de Jesucristo y no en nuestras fuerzas, podemos vencer cualquier hábito o inclinación que pudiéramos tener. Y ese fundamento es importante transmitírselo a las personas.

3.- Perdone a alguien si guarda odio aún

Un enorme muro que pone tropiezo a la liberación espiritual lo representa la falta de perdón en las personas. El amado Señor Jesús enfatizó en la importancia del perdón: “Y cuando estén orando, si tienen algo contra alguien, perdónenlo, para que también su Padre que está en el cielo les perdone a ustedes sus pecados.” (Marcos 11:25, Nueva Versión Internacional)

Cuando perdonamos, además de ser libres nosotros, liberamos a otras personas. Y, por supuesto, Satanás deja de tener “derecho legal” sobre las personas.

4.- Renuncie y rompa toda atadura

La decisión de romper a toda puerta abierta al enemigo y romper toda atadura, en el nombre de Jesucristo, parte de la propia persona. Cada quien debe reconocer la obra de Cristo y decidirse por Él, dándole la espalda al Adversario espiritual.

Lleve a la persona a que, en oración, repita su renuncia a toda relación con el ocultismo y declare que, por Jesucristo, rompe ahora toda atadura con el mundo de las tinieblas.

5.- Renuncie a toda maldición generacional

Las maldiciones generacionales ocupan un lugar relevante en los procesos de liberación individual. Pocas veces quien está bajo posesión o influencia demoníaca sabe que sus ascendientes abrieron puertas al mundo de las tinieblas, pero eso no les exime de sufrir las consecuencias; por ese motivo es primordial que, de manera consciente, repita una oración en la que usted le guíe, renunciando a toda maldición generacional.

6.- Ordene a todos los espíritus que salgan

En la medida en que la persona esté consciente, llévela para que ordene a todos los espíritus salir de su cuerpo. Si hay manifestación demoníaca, le corresponde a usted como ministro de liberación hacerlo. Ordéneles a los entes de maldad que salgan. Hay autoridad de Cristo en su vida, tal como Él, en su ministerio terrenal lo hizo: “Al ponerse el sol, la gente le llevó a Jesús todos los que padecían de diversas enfermedades; él puso las manos sobre cada uno de ellos y los sanó. Además, de muchas personas salían demonios que gritaban: «¡Tú eres el Hijo de Dios!» Pero él los reprendía y no los dejaba hablar porque sabían que él era el Cristo.” (Lucas 4:40, 41, Nueva Versión Internacional)

Pero, tome nota: estoy hablando de ejercer autoridad en Cristo no de imponer las manos a los endemoniados, que es una confusión a la que se presta el texto si se lee con rapidez y no con cuidado y discernimiento.

Cabe aquí resaltar que, al liberar a los cautivos, el Señor Jesús trató con los demonios, no con la persona que, al fin y al cabo, estaba era bajo atadura; El Salvador echó fuera a los demonios, no había necesidad de ordenar a gritos, como ocurre hoy día en muchas iglesias. La gritería no reemplaza la autoridad en Cristo. Tampoco acudió al zapateo ni a gestos grandilocuentes como tratando de asustar al diablo. Otro elemento es que no se dejó perturbar por el demonio y menos intimidar, que es una estrategia a la que suelen acudir los espíritus de maldad.

7.- Confiese a Jesucristo como Señor y Salvador

Una vez la persona ha sido liberada, es esencial que declare a Jesús como Señor y Salvador. Si no lo había hecho en el proceso o antes de la liberación, debe recibir a Cristo en Su corazón. Recuerde que, al hacerlo, se le da plena autoridad al Señor para que gobierne a la persona.

Liberación colectiva

Ocurre con frecuencia que, al ministrar la Palabra de Dios a un grupo de personas, quienes son nuevos evidencian posesión demoníaca. ¿Se puede procurar una liberación colectiva? Por supuesto que sí, pero teniendo como apoyo a personas que, una vez se esté impartiendo órdenes a los demonios para que salgan, asistan a aquellos sobre los que se están rompiendo ataduras.

Si no hay pérdida de conciencia por parte de las personas con posesión o influencia, pídales que repitan una oración en la que reconocen a Jesucristo como Señor y Salvador, lo reciben en su corazón, renuncian a toda relación con el ocultismo y en el nombre del Señor Jesús, declaran rota toda atadura con Satanás y sus huestes.

Es hora de que inicie el proceso; millares de almas están en el mundo atadas por el ejército de las tinieblas y en usted se mueve el poder y autoridad de Jesucristo para ministrarles liberación…


EJERCICIOS PARA DESARROLLAR DURANTE LA SEMANA


La mejor forma de reforzar los conocimientos adquiridos es repasando lo que se vio en cada Lección y desarrollar ejercicios, como los que le proponemos a continuación, para retroalimentar las enseñanzas:

1.- ¿Por qué el cristiano debe vestir la Armadura que describe Efesios 6:13-18?

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2.- ¿Qué entiende usted por días malos según la descripción de Efesios 5:16?

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3.- ¿Por qué los cristianos libramos las batallas con las armas espirituales cuando nos enfrentamos al mundo de las tinieblas (Cf. 2 Corintios 10:3-5)?

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4.- ¿Por qué razón cuando se ministra liberación espiritual a una persona cautiva, no todos a la vez deberían intervenir?

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5.- ¿Por qué razón quienes participan en la liberación de alguien cautivo, deben sujetarse a quien lidera el Equipo?

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6.- ¿Cuál es la razón para que en el momento de la ministración seamos sensibles a la voz del Espíritu Santo?

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7.- ¿Por qué tenemos que tener plena confianza los cristianos respecto a que Satanás está vencido?

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8.- ¿A qué se refiere Lucas 10:19 cuando habla de la autoridad del cristiano?

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© Fernando Alexis Jiménez – Entrenador del Instituto Bíblico Ministerial


 

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