¿Cuál es la meta de la Consejería Pastoral? (Lección 1)

Dios nos acompaña en el proceso de aconsejamiento.

¿Cuál es el fin de la Consejería Pastoral? Este interrogante puede tener muchas perspectivas, dependiendo de quien despeja el interrogante. Habrá quienes digan que la búsqueda de la felicidad, la superación de un problema emocional, la liberación de alguna atadura espiritual o encontrar cuál es la ruta para experimentar una realización plena.

Si tal escuchó estas respuestas, podría pensar que todos tienen razón. Sin embargo, le invito a considerar tres elementos que son fundamentales: aconsejamos a alguien para que reconozca cuál es la raíz de su problema (incluyendo, por supuesto, el pecado como principal dinamizador del sufrimiento humano), la forma como Dios puede obrar en su vida para sanarle emocional y físicamente y, por último, la manera como puede contribuir cada quien a salir de la encrucijada en la que se ha convertido su existencia.

El cuestionamiento que debe primar es: ¿Para qué quiero resolver mi problema? De la respuesta, depende si valorará a dónde quiere llegar; porque nos sobreponemos a las situaciones que nos roban la paz interior para vivir conforme el Señor dispuso que viviéramos, para caminar en consonancia con Su voluntad y cumplir el propósito que Él definió para nosotros desde antes de la creación del universo.

Tengamos en cuenta lo que dijo Jesús a una multitud, y que sigue vigente hoy:

Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres.»(Juan 8: 36 | RV 60)

Esa es la gran meta de la Consejería: que toda persona sea libre, que deje atrás lo que le impide avanzar hacia el plan que el Padre le trazó.

El apóstol Pablo–quien consideramos es el autor de la carta a los Hebreos–, escribió:

Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestra tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar.»(Hebreos 12: 1- 3| RV 60)

La persona, despojada de aquello que le impide avanzar—problemas, traumas, ataduras, conflictos emocionales–, podrá vivir para Dios plenamente y disfrutar la vida que Él dispuso desde la eternidad para quienes están en el centro mismo de su voluntad.

El aconsejado no se preocupará más por agradar a todo el mundo, que es uno de los elementos que le lleva a estar bajo manipulación, sino agradar a Dios. Es cierto, seguirá cometiendo errores, pero justificado por Jesucristo, podrá mantenerse victorioso delante del Padre. Aceptado por Él. Y si le somos agradables, ¿qué puede inquietarnos que las personas alrededor nos acepten—generalmente si compartimos su estilo de vida inmoral—o nos cuestionan por estar asidos a principios y valores que toman como cimiento la Biblia.

Ahora bien, el apóstol Pablo se refirió a la tarea del Consejero. Le invitamos a leer Colosenses 1: 27-29. ¿Podría explicar cómo ejercía él la tarea de aconsejamiento?

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La tarea que desarrollaremos a nivel ministerial como Consejeros, es muy importante. Trae satisfacción en nuestro desenvolvimiento en el servicio a Dios y, además, lo honra a Él.

HACIA UN NIVEL DE MADUREZ

Cuando una persona es libre y reconoce que delante de Dios es muy valiosa por la obra que hizo Jesús en la cruz, avanza progresivamente hacia un nivel de madurez. Es un proceso en el que aprende a sobreponerse a las dificultades y dejar de lado todo aquello traumático o del pasado que le impide vivir plenamente.

Como Consejero, debo llevar al aconsejado a dar pasos hacia esa madurez personal y espiritual. Hemos dicho que la tarea demanda perseverancia porque no es algo que se logra de la noche a la mañana.

De acuerdo con Gálatas 2: 20, ¿cuándo es posible que una persona alcance madurez personal y espiritual?

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¿De qué manera Romanos 12:1, 2 constituye u fundamento para la madurez personal y espiritual?

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Asumir este principio, cuando le hemos brindado aconsejamiento, llevará al individuo a cambiar sus pensamientos y actitudes, y ajustarse al plan eterno del Creador.

Cuando vamos en dirección a ese nivel de madurez, se materializa en nosotros aquello que dijo el Señor a través del salmista:

Por cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré; le pondré en alto, por cuanto ha conocido mi nombre. Me invocará, y yo le responderé; con él estaré yo en la angustia; lo libraré y le glorificaré. Lo saciaré de larga vida, y le mostraré mi salvación.»(Salmo 91:14-16 | RV 60)

Es posible. La ruta que se sigue es sencilla, como lo anotamos al principio: identificar la raíz del problema, reconocer lo que Dios puede hacer en nuestras vidas para traer sanidad interior y, durante el proceso, poner de nuestra parte.

Cuando seguimos ese camino, podemos decir: Estamos avanzando en la madurez, que tiene dos ingredientes esenciales:

  • Poder encarar todas las circunstancias problemáticas sin perder la paz interior.
  • Desarrollar un carácter interior en consonancia con el carácter de Cristo, de cuya mano caminamos asidos diariamente.

Llevar a la persona a ese estado, le permitirá ser libre y permanecer firme para disfrutar la vida conforme al propósito eterno de Dios.

NECESIDADES BÁSICAS

Disponer de recursos económicos, posición social, reconocimiento en la comunidad de creyentes, sinnúmero de títulos universitarios colgados en una pared, entre otros, no asegura que alguien pueda tener los ingredientes que le lleven a experimentar paz interior y realización personal.

Infinidad de personas tienen esto y más, pero los acompaña una sensación de vacío permanente que no pueden satisfacer fácilmente.

Partimos entonces de dos necesidades básicas fundamentales en todo ser humano:

  • Tener convicción de su valor como persona.
  • La aceptación de sí mismo.

En resumen, que en el individuo haya un sentido de significación y de seguridad. Le proveen la cimentación para sobreponerse a la situación problemática que enfrenta y emprender una vida renovada, conforme al propósito de Dios.

Lo material no es la fuente para estar en consonancia con el plan de Dios y vivir plenamente. El asunto va más allá. Es intangible, es decir, no se puede tocar o percibir a primera vista. Está íntimamente relacionado con el ser y el espíritu.

Lo explicamos en forma sencilla: Usted puede tener enfrente a alguien que sonríe, pero los problemas que enfrenta son internos y no afloran fácilmente: sensación de derrota, depresión, ansiedad y otras emociones que no se relejan en el rostro. Tener dinero, posición social o formación académica no resolverán nada en su vida. Lo que entra a satisfacer sus expectativas internas, es de carácter espiritual.

Lo animamos a leer el relato de Juan 3: 1-15. ¿Cuál era la posición social, económica y religiosa del hombre que fue a buscar al Señor Jesús? ¿Cómo se pudo satisfacer su vacío espiritual y emociona?

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NO VIVIR LA VIDA PARA OTROS

Una tendencia de todo ser humano es a correr en búsqueda de seguridad cuando percibe que sus necesidades se encuentran amenazadas. Se depende en gran medida de la imagen exterior que se ofrece, aun cuando sea falsa. Esto con el propósito de recibir aceptación, aunque interiormente se sienta un vacío indescriptible.

Se procura evitar el desprecio, el rechazo, el aislamiento social, la crítica o las burlas. Para que no ocurra, infinidad de hombres y mujeres hacen lo que sea, a costa de su tiempo, salud y estabilidad personal y familiar.

Un punto clave es reconocer que, aunque no queramos aceptarlo, estamos sometidos a la presión de quienes nos rodean y no hacemos lo más mínimo para impedirlo. Vivir nuestras vidas y no las que otros quieren que vivamos. Salirnos del molde que nos han trazado.

Lea a continuación Proverbios 18: 14. ¿Qué ocurre con aquél que no sabe en qué estado se encuentra y no quiere salir de su situación?

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Ese es uno de los primeros escenarios de comprensión y auto análisis al que debemos llevar a quien solicita atención y orientación en Consejería Pastoral.

Nuestra necesidad de significación y seguridad demanda amor, comprensión y aceptación que humanamente no podemos recibir, pero sí en Dios. Para Él somos valiosos, nos acepta así hayamos fallado y nos ofrece una nueva oportunidad (Lea 1 Juan 1: 9)

Dado que lo visto hoy es relevante para dar cimentación a las nuevas enseñanzas, le invitamos para que haga un repaso juicioso de lo aprendido hasta el momento. Y ore a Dios que cada día le dé mayor entendimiento para que su servicio en la obra de Reino sea con excelencia.


© Fernando Alexis Jiménez – Entrenador del Instituto Bíblico Ministerial – Misión Edificando Familias Sólidas (Colombia)


 

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