¿Qué lugar ocupa Dios en su familia? (Capítulo 2)

conflictos familiares

Si nuestro anhelo es servir a Dios y hacerlo con excelencia, debemos preguntarnos ¿Qué lugar ocupa en nuestra vida y en nuestra familia? De acuerdo el Salmo 127; 1, 2, así debería ser. Aplica a toda persona y, por supuesto, a su hogar. Como el Señor ama la familia, a nuestro adversario espiritual, Satanás, le interesa generar desestabilización.

Como lo decíamos en la introducción, las dificultades en la relación de pareja y en el trato con los hijos se producen cuando marginamos al Padre de nuestro núcleo familiar.

Un ejemplo claro lo encontramos con dos fundamentos: el primero, la legislación cada vez más flexible que propicia el divorcio—proceso traumático que golpea a los hijos, por supuesto–, y de otro lado, el aumento inusitado de comportamientos inmorales como el adulterio.

Aquí cabe tener en cuenta lo que enseña el autor y conferencista internacional, Gary Rosberg:

No hay nada mejor para Satanás que desanimarle, debilitar su matrimonio y sumar a su libro de victorias, que un hogar roto. Por eso afirmamos que su matrimonio y familia son su ministerio. Sin la primera línea de defensa en la cual puede tener su impacto personal.” (Gary y Barbara Rosberg. “Matrimonios a prueba de divorcio”. Editorial Unilit. EE.UU. 2004. Pg. 56)

El propósito eterno de Dios es que nuestros matrimonios tengan las siguientes características que les ayudan a sobreponerse a todas las dificultades que salen al paso:

  • ____________ emocional y espiritual.
  • ____________ permanente en la pareja.
  • ____________ con los hijos.
  • ____________ en todas las áreas.
  • Relaciones emocionalmente_________.

Esos cinco cimientos, insisto, ayudan a alejar la amenaza del divorcio cuando llegan las primeras dificultades.

VIDA PARA DIOS JUNTO CON SU FAMILIA

Todos los componentes de la familia están llamados a vivir para Dios. Tomar esa decisión asegura solidez, pero, además, crecimiento permanente.

¿Es posible? Por supuesto que sí. ¿En qué momento? Cuando le abrimos nuestras vidas al Señor y permitimos que obre en nuestra existencia.

Si el amado Padre celestial ocupa el centro del hogar, estaremos alerta ante las señales de que algo anda mal con el fin de que—con ayuda del Señor—apliquemos los correctivos permanentes.

El autor y conferencista, Gary Rosberg, enseña:

Hay un largo viaje desde el sueño matrimonial hasta el divorcio, pero existen una serie de etapas intermedias y de carteles de advertencia que te permitirán saber si estás descendiendo hacia el divorcio emocional.” (Gary y Barbara Rosberg. “Matrimonio a prueba de divorcio”. Editorial Unilit. EE.UU. 2004. Pg. 30)

Vivir para Dios comienza con permitir que nos transforme, aplicar principios y valores que renueven nuestra la de pensar y de actuar, y desarrollar—a partir de ese momento—, una buena relación con el cónyuge y los hijos.

Ahora, partamos de un presupuesto: en todas las familias hay conflictos. ¿Qué nos recomienda el apóstol Pablo para manejar las situaciones, de acuerdo a como leemos en Romanos 12:18:

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Lea con cuidado este texto. Esa breve línea nos llama la atención sobre dos cosas:

  • La necesidad de mantener buenas relaciones con todos—comenzando por supuesto, por nuestra familia–.
  • Disponer nuestro corazón para que esa relación con las personas cercanas a nuestro entorno, sea buena, que traiga paz y no desencadene los conflictos habituales a los que terminamos por acostumbrarnos.

Nuestro compromiso como hombres y mujeres que se preparan para servir a Dios en la obra, es dar lo mejor de nosotros por la familia.

LA IMPORTANCIA DE LOS PRINCIPIOS Y VALORES

Cuando hablamos de cimentar una familia sólida, muchos piensan que hablamos de religión. ¡Tremendo error! Nos estamos refiriendo al proceso para asegurar la transformación y fortalecimiento en la relación de pareja y con los hijos.

Si decidimos fundamentar a nuestro hogar bajo principios y valores–que aprendemos de las Escrituras–, sin duda experimentaremos en conjunto cambio, y ligado a esa transformación, crecimiento permanente en todas las áreas.

¿De qué manera generamos impacto en la familia, para transferir lo que hemos aprendido? A través del ejemplo.

Si vivenciamos a Cristo en nuestra cotidianidad, podemos aplicar correctivos cuando algo anda mal con el cónyuge o cuando nuestros hijos cometen errores.

Una de las tareas que no podemos olvidar estriba en la formación de nuestros hijos para asegurar familias sólidas en un futuro. ¿Qué aprendemos en la Biblia sobre el particular? Encontrará la respuesta en Proverbios 29:15:

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Cuando rehuimos corregir a los hijos, cometemos un error grave y, además, estamos sembrando en ellos las semillas para el fracaso. A menos que se apliquen correctivos a tiempo, tendemos a cometer fallas mayores y por tal motivo, las consecuencias serán más dolorosas.

OPTAR POR DIOS O PARA LA MALDAD

A las puertas de concluir una de las más grandes avanzadas para tomar la tierra prometida, Josué el conquistador israelita dijo al pueblo en nombre del Padre celestial:

Yo te di tierra que no habías trabajado y ciudades que no construiste, en las cuales vives ahora. Te di viñedos y huertos de olivos como alimento, aunque tú no los plantaste.” (Josué 24:13)

Si Dios ha sido tan especial con nosotros, debemos retribuirle. Es algo a lo que no estamos obligados; lo hacemos por amor a Aquél que nos amó primero. Es una determinación que cada uno de nosotros toma. Nadie nos obliga. Y si los padres lo hacemos, sin duda lo hará nuestra familia.

Por ese motivo, Josué se dirigió al pueblo en los siguientes términos:

Por lo tanto, teme al Señor y sírvelo con todo el corazón. Echa fuera para siempre los ídolos que tus antepasados adoraron cuando vivían del otro lado del río Éufrates y en Egipto. Sirve únicamente al Señor.  Pero si te niegas a servir al Señor, elige hoy mismo a quién servirás. ¿Acaso optarás por los dioses que tus antepasados sirvieron del otro lado del Éufrates? ¿O preferirás a los dioses de los amorreos, en cuya tierra ahora vives? Pero en cuanto a mí y a mi familia, nosotros serviremos al Señor.”(Josué 24:14, 15. NTV)

Escriba a continuación, si aplica a su vida personal y familiar este pasaje, ¿qué le enseña? ¿Qué cambios debería aplicar?

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Reconocerlo como nuestro Dios y disponernos para Él es una elección que nadie más que usted y yo podemos tomar. Insisto, si lo hacemos, lo harán también nuestro cónyuge y nuestros hijos.

Si volvemos la mirada a Dios, y Él gobierna nuestra vida y nuestra familia, tenemos asegurada la victoria en la relación conyugal y también con lo hijos.

Jamás olvide que estamos llamados a velar por el bienestar emocional, el de nuestro cónyuge y el de los hijos. Es una respuesta al amor de Dios.

En el hogar es donde los hijos tienen la primera aproximación al Señor, en donde se educan en principios y valores, y donde se sientan las bases para que permanezcan fieles a Él.

LA FAMILIA, SU PRIMER MINISTERIO

Todos los seres humanos estamos llamados a hacer un alto en el camino. Evaluarnos. Identificar errores. Reorientar nuestra existencia. Y más cuando el cambio de dirección involucra a nuestra familia.

En las Escrituras encontramos varios pasajes a través de los cuales Dios me habló sobre la necesidad de redireccionar el ministerio y, además, el liderazgo en el hogar. Por fin, después de mucho tiempo, pude reconocer que la familia es el primer ministerio.

Citaremos algunos textos bíblicos que marcan pautas para hacer detener la afanosa carrera de la vida, revisarnos y experimentar cambios:

  1. ____________ adecuadamente la familia

¿Cómo puede un hombre gobernar adecuadamente a su familia? Si piensa que ese posicionamiento gira alrededor del autoritarismo, de asumir una actitud dictatorial, está equivocado.

Gobernar la familia no es otra cosa que ejerce un adecuado liderazgo, influir hacia un proceso de cambio y transformación que contagie a todos.

Escribiendo a un joven líder del primer siglo, el apóstol Pablo escribió que, si alguien aspiraba dirigir un grupo de creyentes, debía mostrar un distintivo particular:

Debe dirigir bien a su propia familia, y que sus hijos lo respeten y lo obedezcan. Pues, si un hombre no puede dirigir a los de su propia casa, ¿cómo podrá cuidar de la iglesia de Dios?” (1 Timoteo 3:4, 5. Cf. 3:12)

Emprender el proceso de cambio no resulta fácil, sobre todo si fuimos formados en un ambiente machista, muy propio de países latinoamericanos. No obstante, cuando permitimos que el Señor Jesús guíe nuestros pasos, el camino parecerá difícil en un comienzo, pero se torna más ameno de transitar con el paso del tiempo.

Dios comienza a producir transformación en nuestra vida, y esas pautas se transfieren a todos en casa. Nuestro liderazgo como padres y madres conforme al propósito eterno del Padre, termina impactando positivamente a los miembros del hogar.

  1. La familia, nuestra ____________.

Nosotros podemos desarrollar un poderoso ministerio en la extensión del Reino de Dios. Muchas almas podrán ser llevadas a los pies de Cristo. No obstante, si no prestamos atención a nuestra familia, no alcanzaremos el máximo desarrollo de nuestras potencialidades.

¿Qué nos enseña el apóstol Pablo en torno al cuidado de nuestra familia? Encontrará la respuesta en 1 Timoteo 5:8:

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¿Qué espera Dios de nosotros? Que enfoquemos nuestros valiosos esfuerzos en nuestro cónyuge y en nuestros hijos. Darles el ligar de privilegio que les corresponde en nuestra existencia.

  1. Enseñar a partir del ______________.

La mejor forma de impartir una enseñanza que permanezca en el tiempo es mediante el ejemplo.

El apóstol Pablo enfatizó este principio cuando escribió:

La siguiente declaración es digna de confianza: «Si alguno aspira a ocupar el cargo de anciano en la iglesia, desea una posición honorable».  Por esta razón un anciano debe ser un hombre que lleve una vida intachable. Debe serle fiel a su esposa.  Debe tener control propio, vivir sabiamente y tener una buena reputación. Con agrado debe recibir visitas y huéspedes en su casa y también debe tener la capacidad de enseñar.” (1 Timoteo 3:1, 2. NTV)

Estos dos versículos sencillos arrojan luces sobre un lema que debe animarnos cada día: ¡La familia es tu primer ministerio!

  1. Somos ________ y ________ del mundo

Como hombres y mujeres que nos preparamos para servir al Señor Jesucristo en su obra, estamos llamados a liderar la transformación en nuestra familia. No podemos, bajo ninguna circunstancia, dejar de ser sal y luz, como lo enseñó nuestro amado Salvador Jesucristo:

Ustedes son la sal de la tierra. Pero ¿para qué sirve la sal si ha perdido su sabor? ¿Pueden lograr que vuelva a ser salada? La descartarán y la pisotearán como algo que no tiene ningún valor. » Ustedes son la luz del mundo, como una ciudad en lo alto de una colina que no puede esconderse.  Nadie enciende una lámpara y luego la pone debajo de una canasta. En cambio, la coloca en un lugar alto donde ilumina a todos los que están en la casa. 16De la misma manera, dejen que sus buenas acciones brillen a la vista de todos, para que todos alaben a su Padre celestial.” (Mateo 5:13-15. NTV)

Cuando nos disponemos a cambiar, con ayuda de Dios, logramos avances significativos. Es la consecuencia de permitirle al Señor que tome el control de nuestra existencia, del cónyuge y de los hijos, los que Él nos dio el privilegio de formar.

¡Hoy es el día de comenzar a cambiar, en la certeza de que ese paso—el más importante con ayuda de Jesucristo—traerá transformación a la manera de vivir y afianzará nuestra relación familiar!


RESPUESTAS A LA LECCIÓN Nro. 2


A continuación, encontrará las palabras o frases que requiere para llenar los espacios en blanco que aparecen en la Lección de hoy:

Si hay crisis, se puede superar

1.- Solidez

2.- Crecimiento

3.- Interactuar

4.- Madurez

5.- Sanas

La familia, su primer ministerio

1.- Dirija

2.- Prioridad

3.- Ejemplo

4.- Sal y Luz


© Fernando Alexis Jiménez – Entrador del Instituto Bíblico Ministerial de la Misión Edificando Familias Sólidas (Colombia)


 

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