La ira siempre estará a la puerta como reacción ante algo que nos molesta o una persona con la que, sentimos, no podemos ni dialogar ni mantener una conversación. Es posible cambiar, por la gracia de Dios.
Por Fernando Alexis Jiménez | Director del Instituto Bíblico Ministerial
¿Conoce usted personas a su alrededor que se dejan arrastrar por la ira de tal manera que explota y echa todo a perder, incluso las relaciones familiares? Probablemente sea alguien así.
Las manifestaciones airadas, sin controlar, levantan enormes barreras en la interacción con todos alrededor y lleva, incluso, a que se produzca un alejamiento de los seres amados.
El apóstol Pablo recomendó a los cristianos del primer siglo y a nosotros hoy, renunciar a conductas que pueden resultar dañinas:
«Desechen todo lo que sea amargura, enojo, ira, gritería, calumnias, y todo tipo de maldad. En vez de eso, sean bondadosos y misericordiosos, y perdónense unos a otros, así como también Dios los perdonó a ustedes en Cristo.» (Efesios 4:31-32 | RVC)
Por supuesto, ese proceso de transformación no se logra en nuestras propias fuerzas, sino con la ayuda de Dios. Él nos acompaña en el día a día por Su infinita gracia.
ES NECESARIO EVALUARNOS
Curiosamente muchas personas que se dejan dominar por la ira, niegan su situación o la justifican. Es un problema más grave que sus reacciones, porque para emprender el proceso de cambio, debemos identificar en qué estamos fallando.
Quien nos permite evaluarnos es el Espíritu Santo, ya que como escribía el profeta, ni nosotros mismos nos conocemos:
«El corazón es engañoso y perverso, más que todas las cosas. ¿Quién puede decir que lo conoce?» (Jeremías 17:9 | RVC)
Cuando nos rendimos voluntariamente a Dios y pedimos ayuda, Él nos muestra lo que realmente vivimos y qué desencadena esas reacciones.
¿QUÉ HACER FRENTE A LA IRA?
Si Dios nos revela de qué manera las manifestaciones de ira nos perjudican y afectan las relaciones interpersonales, es bueno tener en cuenta las siguientes recomendaciones:
1.- Debemos reconocer que, si lo permitimos, la ira nos desborda (Proverbios 15: 18)
2.- Todos podemos, con ayuda de Dios, controlar la ira (Proverbios 20:2)
3.- Es necesario admitir que la ira descontrolada afecta nuestras relaciones personales y con la familia (Proverbios 22:24-25)
4.- No podemos dejar que la ira por algo o contra alguien se prolongue en el tiempo (Efesios 4: 26)
5.- Es necesario hacer un alto en el camino y no permitir que la ira nos gobierne (Proverbios 14:28; 29:11)
Insistimos en que, lo fundamental, es decidirnos a cambiar y, en segundo lugar, depender de Dios para vivir el proceso.
ES POSIBLE VENCER LA IRA
Dios nos ama y en su infinito amor y comprensión, nos permite sobreponernos a la ira.
El rey Salomón escribió hace siglos un principio que jamás perderá su vigencia:
«Ser paciente es mejor que ser valiente; es mejor dominarse uno mismo que tomar una ciudad.» (Proverbios 16:32 | RVC)
Observe cuidadosamente el texto. Sí es posible vencer la ira y, por supuesto, es un proceso que vivimos victoriosamente con la ayuda de Dios. Es esencial que entregue en manos del Padre su comportamiento, muchas veces desbordado, que usted sabe es el que le trae problemas en las relaciones con todos.
Decídase por el Señor. Acepte Su gracia, esa gracia maravillosa que nos perdona y nos transforma.
INICIE HOY EL PROCESO DE CMABIO
El apóstol Pablo describe la gracia perdonadora del Padre, que nos lleva a un nuevo nivel de vida:
«Doy gracias a Cristo Jesús nuestro Señor, que me fortaleció, porque me consideró fiel al ponerme en el ministerio, aun cuando antes yo había sido blasfemo, perseguidor e injuriador; pero fui tratado con misericordia porque lo hice por ignorancia, en incredulidad. Pero la gracia de nuestro Señor fue más abundante con la fe y el amor que es en Cristo Jesús. Esta palabra es fiel y digna de ser recibida por todos: Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero. Pero por esto fui tratado con misericordia, para que en mí, el primer pecador, Jesucristo mostrara toda su clemencia, para ejemplo de los que habrían de creer en él para vida eterna. » (1 Timoteo 1:12-17 | RVC)
Si usted entrega toda su situación en manos del Señor y le pide su gracia divina para cambiar y crecer, no solamente recibirá el perdón de pecados, sino que, además, Él le ayudará a avanzar cada día en la transformación.
Algo más, la gracia divina es la que nos permite no solamente ser perdonados de nuestra maldad, sino ser salvos por la eternidad. Permítanos aquí citar al teólogo, Charles Stanley:
«La salvación es posible solo por la gracia; ya que no podemos hacer suficientes buenas obras para ganarnos nuestro propio camino al cielo. Aquel que recibió el castigo por nuestro pecado merece todo el crédito por nuestra redención. Y, a Dios gracias, no hay transgresión demasiado grande para Él. No podemos añadir nada a su acto de expiación; lo único que podemos hacer es recibir este regalo. Si confiamos en Cristo como Salvador, Dios nos salvará, haciéndonos sus hijos para siempre.»
Hoy es el día para emprender el proceso. Ábrale las puertas de su corazón a Jesucristo.
© Fernando Alexis Jiménez | @VidaNuevaCo
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